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viernes, 17 de junio de 2011

ENSAYO SOBRE MINERIA: ULTIMA PARTE. FINAL Y CONCLUSIONES

AQUI, LA ULTIMA PARTE DEL ENSAYO!

Víctimas inocentes, el corto camino hacia la extinción:

La vegetación es la primera dañada por la actividad minera a gran escala, y los animales caen tras ella por obvias cuestiones de cadena alimenticia. Los últimos grandes bosques y selvas del planeta están siendo amenazados por la minería metalífera y de hidrocarburos, en América, Asia y Africa. A pesar de las declaraciones de “sustentabilidad” que predican como loros enfurecidos los defensores de la minería transnacional en base a ganancias para pocos y desgracia para todos, la minería ha demostrado en un 100% de los casos “no ser sustentable” cuando se la desarrolla en esa forma. Pretender que los propios empresarios se “autocontrolen” es pecar, por decirlo de alguna manera, de ingenuos. De los gobiernos, jueces y legisladores, poco puede esperarse, lamentablemente, cuando en toda Latinoamérica se venden permisos de explotación al mejor postor, acompañados de gruesos “sobres” que auspician de carteles de “no molestar”, creando una “zona liberada” donde se evaden impuestos, se regalan recursos, se degradan aire, tierra y suelo, se vulneran derechos laborales y sociales, etc.
Hemos de ser nosotros mismos, los ciudadanos de esta Tierra quienes alcemos la voz para impedir que estos atropellos sigan ocurriendo, nadie más que nosotros es responsable de cuidar lo que tenemos en beneficio de quienes nos siguen, habida cuenta del vacío de instituciones que no existen, o de existir no cumplen con su tarea de fiscalizar y controlar la actividad minera. Denunciar, manifestarse y participar, deberán ser nuestras próximas acciones si no queremos dejar sin herencia a nuestros hijos; ellos nos están mirando y serán jueces severos de nuestra indiferencia.
Permítanme ahora unas breves referencias a sólo tres de los tesoros que están a punto de perderse por la “mala minería”. No pretende ser una lista completa, sino algunos pocos ejemplos de animales que, por un conjunto de causas heterogéneas y complejas, no están en condiciones de resistir algún “accidente” minero o “imprevisto” petrolero.
El yaguareté o jaguar (Panthera onca), mal llamado “tigre” en la Argentina, es el mayor felino de América. Vivió en gran parte de mi país, pero hoy ha desaparecido del 85% de su distribución original debido destrucción de su hábitat, la persecución de los ganaderos, la minería y la caza furtiva. En la actualidad la especie se ha refugiado en la Selva Misionera, las selvas de Yungas de Jujuy y Salta y el Chaco Seco y puede decirse que prácticamente depende la extensión de algunos Parques Nacionales para la sobrevivencia, ya que para su desgracia requiere enormes territorios (entre 2500 y 7000 hectáreas). El Yaguareté está incluído en el Apéndice I de la CITES, (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, del programa de la ONU para el Medio Ambiente – PNUMA) y en Argentina en grado de “Peligro de extinción”. Para defenderlo, ha sido declarado Monumento Natural Nacional en el año 2001 y Monumento Natural Provincial de Misiones, Chaco y Salta en 1988, 1996 y 2001 respectivamente. ¿Quedará sólo en palabras la voluntad de salvarlo? ¿Se hará alguna vez algo para que no desaparezca del país el más bello e imponente de los animales americanos? Si no lo matan los ganaderos, los cazadores o muere de inanición acorralado por la soja y el desmonte, la minería ya tiene dispuesto el tiro de gracia: un gasoducto cortando al medio un parque nacional, en el último resquicio de la selva de altura donde el yaguareté es dueño y señor.
En los parques nacionales de Baritú y Calilegua está el último 10 por ciento de selva de Yungas que queda en la Argentina, un corredor biológico de unos 80 kilómetros de ancho por 200 de largo, y dentro de él, uno de los dos grupos de yaguaretés que todavía están en condiciones de sobrevivir. "Están al límite -afirmó Pablo Perovic, biólogo de la Universidad Nacional de Jujuy, en una entrevista para el diario Página 12- No sabemos exactamente cuántos individuos conforman el grupo. Para mantener su viabilidad necesitan una cantidad, más abajo de la cual no son suficientes para reproducirse. Este grupo está al borde de ese número".
El yaguareté es considerado "una especie paraguas": si por la protección de su hábitat sobreviven ellos, sobreviven las especies que forman parte de la cadena, como gatos monteses, hurones mayores, loros, colibríes, lobitos de río, lechuzas, venados, cóndores y murciélagos. Entre la vegetación, helechos gigantes, lianas y epifitas, laureles, cedros, nogales, cebiles, tipas y jacarandás.
Las multitudinarias protestas encabezadas por Greenpeace para impedir la construcción del gasoducto Norandino (cuya principal accionista es la empresa belga Tractebel) fueron infructuosas. Los manifestantes presentaron al Ente Regulador del Gas un trazado alternativo que no pasaba por el centro del corredor biológico de las Yungas, pero no fueron escuchados. Las 350 familias de indígenas kollas que viven en el lugar también se mostraron preocupadas por el impacto de una mega-obra que es un tajo abierto en la inmensidad vegetal.
En varios años de funcionamiento, el gasoducto ha tenido varias grandes explosiones, los cazadores furtivos han entrado por los caminos abiertos en la selva y la fauna ha comenzado a escasear en donde antes era abundante, según los pobladores de la zona.

En Argentina otro animal jaqueado por la minería es el Huemul (Hippocamelus bisulcus), con solo 700 ejemplares. Su pelaje es de color café oscuro, de unos 90 cm. De altura y unos 35 kilos de peso. Posee patas cortas y orejas largas. Su alimentación consiste en hojas tiernas, flores y tallos de hierbas como roble, pellín o el maqui. Las razones de su desaparición son la introducción de especies exóticas como el ciervo colorado con el que compite por alimento, y del que se contagia enfermedades, la minería y explotación forestal.
La escasa tolerancia de este animal a las actividades humanas, en especial las de gran impacto como las mineras, que se desarrollan justamente en su hábitat (Cordillera de los Andes, Andes del Sur) hace que su reproducción se encuentre en jaque. Estos animales son muy territoriales, y los dominios de un solo animal pueden extenderse por 700 hectáreas. La modificación profunda de sus hábitat ha hecho retroceder a la especie a niveles extremadamente bajos; es considerada especie “En peligro”, incluída en el apéndice I de la CITES.
Siete mil años atrás, los aborígenes representaban su figura estilizada en las pinturas rupestres de la Patagonia; su carne, astas y cuero eran fundamentales para su supervivencia. El hombre blanco cambió este uso sustentable por el exterminio masivo, hoy sobrevive en las regiones más apartadas de los Andes, y hasta allí sufre la persecución humana, ahora en forma de voladuras de cerros y contaminación de los ríos. Si mañana sólo nos quedan las pinturas para recordarlo, los valles y laderas llorarán su ausencia.

Entre las aves marinas, las que nos producen mayor empatía son los graciosos pinguinos. Su caminar bamboleante, su monogamia y su aspecto de “señores con traje” los hacen particularmente atrayentes para el turismo ecológico. El transporte de petróleo los afecta por estar más tiempo que otras aves en contacto con el agua. El empetrolamiento afecta el aislamiento térmico, apelmazando las plumas e impidiendo que el animal nade y se alimente. Al limpiarse con el pico, consume hidrocarburos que le generan úlceras o parásitos. Un estudio sobre las muertes de pingüinos en las costas patagónicas, concluyó que en la década de 1980, murieron unos 20.000 por año. Un estudio más pesimista calculó que entre 1982 y 1991, en la costa de Chubut morían unos 40 mil pingüinos de Magallanes por año.
En septiembre de 1991 miembros de la Fundación Patagonia Natural que trabajaban en el campo observaron la llegada de un gran número de pingüinos de Magallanes a las costas de Chubut, con sus plumajes cubiertos de petróleo, e inmediatamente alertaron la opinión pública. Comenzaba de esta manera uno de los peores casos de muerte masiva de aves a causa de un derrame proveniente de un buque de transporte de petróleo. A pocos días de aparecer los primeros pingüinos cubiertos de petróleo, se organizó un censo de la magnitud del daño. Durante una semana, más de 50 personas, recorrieron caminando casi 240 km de costa. Ello permitió calcular que en total habían sido afectadas cerca de 17.000 aves- en su mayoría pingüinos de Magallanes- que se habían distribuido a los largo de mas de 750 km de costa entre Punta Norte (P. Valdés) y Cabo Dos Bahías, Chubut. También se estableció que el derrame causante del daño habría ocurrido a pocas millas de la costa, aproximadamente entre los paralelos 41°30' S y 44° S.
De los 17300 pingüinos afectados, en total se recogieron y trataron alrededor de 500 aves, es decir un 2,8%. El número de aves liberadas luego del tratamiento fue cercano a 140. El resto de los pingüinos perecieron. (Fuente: Fundación Patagonia Natural)
La investigación sobre el “accidente” reunió 400 fojas, pero fue cerrada luego de que los informes y tareas científicas desarrolladas no posibilitaron encontrar un responsable entre los cuatro buques petroleros que habían navegado frente a la costa patagónica en esa época.
El 60% de las especies de pingüinos del mundo fueron categorizados en estado de vulnerabilidad y en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en su informe del 2008 . La colonia más grande de pingüinos de Magallanes, en Punta Tombo, Chubut, no está exenta de esta problemática mundial. En Sudáfrica, por ejemplo, había 1.400.000 ejemplares en 1910 mientras hoy se encuentran menos de 60 mil.
Los pingüinos son los claros indicadores de que algo está pasando mar adentro,
"La problemática no es sólo el deseo de tener un lindo océano-explicó el biólogo argentino Pablo Borboroglu al diario El Día- el nivel de hidrocarburos bajo agua es inconmesurable. Generalmente los peces se alimentan de ellos, de ahí los barcos pesqueros cazan anchoítas y sardinas y con ellos se hace harina de pescado para el ganado. La cadena alimenticia termina con nosotros cuando consumimos harinas y mantecas. Esto afecta a toda la gente".
Según la bióloga estadounidense Dee Boersma la rehabilitación de los pingüinos no siempre es completamente efectiva. Algunos pingüinos rehabilitados en África, una década después de un derrame siguen teniendo una baja tasa de reproducción y menor supervivencia. Además, según los últimos estudios, sólo una fracción de los pingüinos afectados son encontrados y rehabilitados exitosamente. Muchos sufren una muerte lenta por inanición o hipotermia.
Los magallánicos están poniendo huevos un promedio de tres días más tarde en la temporada que hace una década. Esa es la conclusión a la que llegó Boersma luego de años de estudios en Punta Tombo. "Esto significa que las crías se adentran en el mar en momentos más inoportunos, cuando puede que no haya peces cerca de la colonia. Este tipo de pingüino está considerado casi en amenaza de extinción", confirma la bióloga.
En la Antártida, el primer y mayor derrame tuvo lugar en 1989 cuando el Bahía Paraíso, un buque de bandera argentina se hundió en la costa oeste de la Península antártica. El accidente tuvo lugar muy cerca de la estación Palmer y se derramaron 600 mil litros de diesel. La mancha abarcó 100 km cuadrados. Varias de las especies de pingüinos fueron afectadas, causando la muerte de 300 de ellos sin contar los que murieron en el agua. (Fuente: Diario El Día)
Se nos parte el alma, y nos conmovemos profundamente al ver aves empetroladas, como los graciosos pingüinos o los majestuosos albatros. Cientos de voluntarios se ofrecen a rescatarlos, lavarlos, incluso a darles de comer. Igual simpatía despiertan las focas, leones marinos y delfines, mamíferos bellos e inteligentes. Pero, ¿quién piensa en los peces? ¿en el krill, los cefalópodos o crustáceos? Jamás vi a nadie derramar una lágrima por un pulpo muerto, o un tiburón yaciente en la playa, atrapado por la mancha negra de un escape de petróleo…
Las aves tienen quienes las defiendan, y por sí mismas pueden intentar escapar al peligro de la contaminación marina… los peces simplemente sucumben, y con ellos la economía de cientos de pueblos pesqueros.

Aunque el Congreso Mundial de la Conservación, realizado en Amman en 2002, exigió terminar con la extracción petrolera, minera y de gas en todas las áreas protegidas comprendidas en las categorías I, II, III y IV de la UICN ("reserva natural estricta", "áreas silvestres", "parque nacional", "monumento natural" y "áreas de manejo de hábitats", esta sigue ocurriendo alevosamente en todo el Tercer Mundo, e incluso en algunos puntos del Primero. Y no me refiero a la extracción moderada de minerales, sino a la minería a gran escala comercial.
Otro punto álgido es la explotación de minerales y combustibles en tierras indígenas; no alcanza que estas hayan sido autorizadas por las propias comunidades, ya que muchas veces estas no comprenden suficientemente su alcance o bien son presionadas y/o amenazadas para ceder. Los gobiernos deben controlar el proceder de las empresas y el pago de un precio justo por el recurso que extraen. En todo caso, la norma debería ser “prohibir todo” para luego autorizar algo. Tal vez sea duro para nuestros hermanos excluídos renunciar a una compensación que puede parecer generosa pero que no es más que una nueva versión del canje de “joyas por espejitos”.



Conclusiones:

El Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales (1989) y ratificado en la Ley Nacional Nº 24.071 establece en el artículo 6 que “los gobiernos deberán consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente” (Art. 6.1.a). Además, en el Art. 6. “las consultas llevadas a cabo en aplicación de este Convenio deberán ejecutarse de buena fe y de una manera apropiada a las circunstancias, con la finalidad de llegar a un acuerdo o lograr el consentimiento acerca de las medidas propuestas”
El artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional Argentina establece que el Congreso debe: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan… Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten”
La ley 23.302, promulgada en 1985, estableció que los territorios ocupados originariamente por los indígenas debían ser devueltos. En caso de que las comunidades estuvieran emplazadas sobre terrenos fiscales, éstos debían ser entregados directamente, y si figuraban a nombre de particulares, debían expropiarse.
Similares leyes en todos los países de Latinoamérica protegen (¿protegen?) a sus pueblos originarios.
Resulta paradójico –y triste- que cinco siglos después, la actividad que los diezmó y destruyó sus culturas, siga ensañándose con los aborígenes. Ya no la mita, sino formas más sutiles pero igualmente nefastas de dominación, continúan sumergiendo en la pobreza a los dueños de la tierra. Para ellos, la madre o “Pacha” es lo más importante, la vida misma. La adoran en sus celebraciones y en sus silenciosas miradas. Aún queda una esperanza, ya que sus culturas no se han extinguido por completo.
Otra oportunidad, quizás la última, para tantos seres de cuyas desdichas somos responsables. La Tierra se hará un lugar más pequeño y hostil si ellos desaparecen, y nosotros, aún sobreviviendo, hemos de vivir una media vida sabiendo que no hicimos lo suficiente para evitarlo.

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