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miércoles, 15 de junio de 2011

"NOTICIAS DE ESPAÑA" EN HOMENAJE AL BICENTENARIO



EL SIGUIENTE RELATO FUE PUBLICADO EN MI LIBRO DE 2011, "BUMERAN"
Noticias de España

Hace varias semanas que el buque navega, con buen tiempo y sin novedad, hacia las costas del Virreinato. He de pasar primeramente por Montevideo, pero mi destino final es Santa María de los Buenos Ayres, ahora capital y puerto monopólico español, y hasta hace pocos años ignota aldea.
Allí me esperan ansiosos, pero qué tan bien me reciban será otra historia. Es difícil anticipar cómo reaccionan estos criollos, con sangre española, pero hechos a medida de esta tierra, con sus modos y extravagancias, amantes de largas tertulias y del mate, una infusión indígena.
Las dimensiones de los barcos, aún este buque, que es de buen calado, y las largas travesías hacen que todos lleguen a conocerse.
He visto al nuevo médico de la colonia, con su muy joven esposa, esperanzados por los comentarios que se hacen de la prosperidad de estas tierras. Como la población ha crecido, y las condiciones sanitarias no son las mejores, es seguro que no le ha de faltar trabajo.
También hay dos sacerdotes, con sus rígidas sotanas y adustos semblantes. No he querido acercarme a ellos, ya que no simpatizo con los religiosos. No he de olvidar las persecuciones de que he sido objeto cada vez que critiqué a la Iglesia.
El resto de los pasajeros ejercen las profesiones útiles: constructores, agricultores, herreros, con sus mujeres y unos seis o siete niños pequeños.



Conforme los días pasan, la inquietud se adueña de los ánimos y se desea el pronto fin del viaje. Aunque los adelantos marítimos de este último decenio hacen que ya no sea tan peligroso arriesgarse a cruzar el océano, siguen siendo incómodas y fastidiosas las largas horas sin nada que hacer más que mirar el mar o las caras de quienes nos rodean.
El capitán está algo nervioso: los barcos ingleses no siempre son bien recibidos por las autoridades coloniales, aunque sí por los vecinos más acomodados. Ellos ansían las novedades y los lujosos productos manufacturados; el paraguas, por ejemplo, que hace poco llegó al Virreinato y ya empieza a verse en las tardes lluviosas de este mayo otoñal.
La ciudad y el cerro que le dio su nombre (“Monte vide”, aseguran que gritó el vigía al otearlo de lejos) se acercan.
Fuertes manos me ayudan a bajar desde la escalerilla a la balsa que me llevará al muelle. Murmullos de asombro se oyen por donde paso. Ahora es urgente que llegue a Buenos Ayres, a como dé lugar. La noticia de mi desembarco se expande como un reguero de pólvora por una y otra orilla del gran río similar al mar.
He de proclamar a los cuatro vientos las novedades que en mis hojas traigo impresas desde Cádiz la bella: ha caído la Junta de Sevilla, Andalucía está bajo el dominio francés. ¿Quién sabe que consecuencias traerá mi llegada? Quizás durante mucho tiempo se hable de mí, y de mi largo viaje en el Milestoe.

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