GRACIAS POR TU VISITA!!!

"UN TEXTO SIN PUBLICAR ES LETRA MUERTA" NO POR REPETIDA LA FRASE ES MENOS CIERTA. POR ESO QUIENES ESCRIBIMOS ANTE TODO QUEREMOS COMPARTIR NUESTRO SENTIR CON EL RESTO DE LAS PERSONAS. AQUI ESTAN ADEMAS ALGUNA DE LAS COSAS QUE PINTO... ESPERO LO DISFRUTES, LO COMENTES Y RECOMIENDES. VOLVE PRONTO A "ABRAPALABRA"!!!



jueves, 30 de junio de 2011

EL ARTISTA DE ESTA SEMANA FUE... ALDO CHIAPPE

PARA MI, EL MEJOR ILUSTRADOR DE ANIMALES DE LA ARGENTINA

www.chiappealdo.com.ar

ALDO CHIAPPE




BIOGRAFÍA

Nací en Buenos Aires, Argentina, en 1962 y desde pequeño sentí el impulso de dibujar la naturaleza que me rodeaba.

Mi formación artística es básicamente autodidacta.

Luego de terminar mis estudios secundarios y tras algunos trabajos preliminares, recibí de Fundación Vida Silvestre Argentina el importante encargo de ilustrar una serie de láminas mostrando la flora y fauna de los principales ecosistemas de Argentina.

Estas láminas fueron difundidas ampliamente por el país, lo cual propició una amplia difusión a mi incipiente carrera profesional.

A partir de allí comenzaron a sucederse colaboraciones para importantes editoriales, libros, publicaciones periódicas, etc., siempre relacionados con la vida silvestre y su conservación.

Mi profesión me permitió ilustrar las más diversas especies animales e incursionar en temas como la ecología, botánica, etnografía, arqueología, paleontología, etc., e incluso en la ficción, ilustrando cuentos y leyendas populares de mi región.

Muchas de mis obras han formado parte de programas de difusión de la problemática ambiental y para recaudar fondos para proyectos de conservación.

Algunas de mis ilustraciones realizadas para el diario El Clarín, de Buenos Aires han recibido premios internacionales (Society of Publication Designers, The Society for News Design, etc.)

Al mismo tiempo he desarrollado una carrera como artista plástico.

Desde 1992 he realizado diversas exposiciones de mis obras.

Actualmente, entre otros proyectos, me encuentro colaborando en dos importantes obras sobre ornitología: Birds of Argentina and the South-west Atlantic y Birds of Bolivia, ambas para la editorial A&C Black de Londres.




Sigo trabajando, experimentando, creciendo y espero incluir mis nuevas obras en este sitio.

Muchas gracias por visitarlo y espero que te guste.

RELATO SACRIFICIO... FICCION BASADA EN ACONTECIMIENTOS REALES EN LA PROVINCIA DE SALTA


ESTE RELATO "SACRIFICIO" FORMÓ PARTE ORIGINALMENTE DE MI ENSAYO SOBRE MINERIA, A MODO DE INTRODUCCIÓN, Y SE REFIERE AL DESBORDE TRAGICO DEL RIO TARTAGAL EN SALTA, PERO TAMBIÉN SE PUBLICÓ EN FORMA SEPARADA EN MI LIBRO "BUMERAN" DE 2011

Sacrificio
Dicen que el “Padre del Agua” vive en este río. Dicen que se enfurece si la codicia del hombre saca más peces de lo necesario, o si arroja desperdicios, afeando la corriente rojiza y arcillosa. Antes, hace cientos de años, los hombres que vivían a su vera lo adoraban y le rendían pleitesía. Hay quienes cuentan que realizaban sacrificios de guerreros enemigos, animales salvajes y alimentos para aplacar el hambre del Gran Padre de las Corrientes, el Destructor, el Justiciero. Pero esos tiempos terminaron: los guerreros fueron masacrados y la sangre regó las aguas atrayendo a los cocodrilos. En las orillas se juntaron buitres y chacales, que aprovecharon la tan cómoda despensa. Así el culto al río se perdió, y comenzó el dominio del hombre.
Esta mañana (la del día de su boda) Amboani despertó temprano. Iba a casarse con Tekele, de profesión carpintero, buen hombre y trabajador. La casita humilde donde vivían Amboani, su madre, su abuela y su hijo de 4 años, había sido construída de a pedazos con la ayuda de los vecinos. El aspecto de la casa correspondía al de la familia: pobre y abandonada. El baño, apenas una letrina, se encontraba en la parte trasera. La joven calentó agua en una olla grande, llenando en la tarea toda la casa con un fuerte olor a leña húmeda que era la única fuente de energía para la gente del pueblo, a pesar de estar sobre un enorme yacimiento de petróleo y gas.
Los zapatos verdes, algo ajustados pero muy vistosos, salieron de su caja de cartón. Al igual que el vestido, eran prestados. Mientras la abuela y la madre terminaban de preparar unas tortas (discos de masa poco cocidos) para la fiesta en el salón comunal, Amboani se secaba el pelo con una toalla que había visto tiempos mejores. Apareció una vecina en la puerta, trayendo una fuente con trozos de cerdo asado, su colaboración al convite. Mientras le delineaba los ojos con un firme trazo negro comentó: -¿Han visto las nubes? En la radio dicen que lleva dos días lloviendo en los cerros y que el nivel del río está subiendo.
Amboani miró el cielo a través de la pequeña ventana. Se veía algo gris, pero no amenazante. “Hoy no, –rogó - por favor que no llueva hoy” Pensó en la calle de tierra, en sus zapatos verdes y en la casilla inundable y precaria. “Hoy quiero bailar, reír, gozar, saber que ante todo estoy viva, y hay un mañana por delante” Sin embargo, sintió un estremecimiento, como un aliento helado sobre la piel desnuda.
Ella estaba lista. Mientras esperaba a que el resto de la familia se vistiera, un ruido extraño, como de tambores lejanos, la sorprendió. “Muy curioso –se dijo – es como se acercaran muchos caballos galopando”
- ¡Mami, mami venite! – gritó Lubeni- ¡El río está lleno de barcos!
Lo que vio Amboani al asomarse por la ventana que miraba al río, no lo olvidaría jamás en su vida: un bosque entero, arrancado de raíz, era arrastrado por el agua enfurecida; los árboles subían y bajaban, se enlazaban y por momentos desaparecían bajo el agua enrojecida como un mar de sangre. Mientras miraba fascinada y sin entender ese desfile de gigantes, comenzó la lluvia. Las primeras gotas las sintió frías y saladas, sólo después notó que estaba llorando. La lluvia era ahora una densa cortina brumosa detrás de la cual se veía el río.
Sin saber porqué se encontró recordando lo que le había dicho su abuela hacía unos días, cuando las explosiones de prospección de la empresa petrolera hacían temblar las finas paredes de la casilla. La anciana recordaba quizás en voz alta los cuentos de su propia abuela negra: “Van a despertar al `Señor del Río`, nos va a castigar a todos por la ambición de algunos”
- ¿Qué espíritu es ese, abuelita? Cuénteme…
- No, m´hija. Hay cosas en el mundo que es mejor no nombrarlas. Cosas de vieja, historias. Mejor dejarlas así.
En eso pensaba la joven mujer mientras se sacaba los zapatos: una corriente barrosa llenaba la calle y bajaba a todo vapor hacia la orilla.
- Que la abuela y Lubeni se queden- pidió Amboani mientras las lágrimas le quemaban la cara – Yo tengo que ir, aunque sea sola.
- No, hija. Yo te acompaño, pero es una locura porque nadie podrá llegar con esta lluvia.
La anciana y el pequeño, vestidos con sus mejores galas, se quedaron en el umbral, mirándolas, mientras el agua comenzaba a entrar a la casilla. Las dos mujeres, tomadas del brazo, avanzaron trabajosamente calle arriba. Aunque se subía la falda del traje hasta casi el muslo, el barro que salpicaban al caminar ya manchaba de rojo la tafeta blanca. Tardaron 20 minutos en subir hasta la capilla y en varios puntos tuvieron que detenerse porque el suelo se escapaba bajo sus pies arrancado por el aluvión furioso.
El pastor las miró alarmado:
-¿Entonces, no lo saben? ¿No tienen radio ustedes? – Amboani pensó que el corazón se le iba a paralizar del espanto:
-¿Qué pasó? ¿Tekele Está lastimado o…?
- No, hija… no tengo noticias de tu novio, pero la radio informó que el puente de arriba fue arrastrado por el agua… es una locura tratar de casarse hoy… vuelvan a su casa, cuando todo se calme, los casaré sin falta.
El regreso fue más rápido pero más difícil, tratando de no caerse sobre el lodo resbaladizo que ya les llegaba a las rodillas. En el último recodo de la calle, casi a punto de llegar a la casa, la madre se tomó el rostro y señaló horrorizada hacia abajo: a sus pies podían ver todo el río crecido y el puente cercano, pero algo sobresalía detrás, como unos brazos metálicos y retorcidos. Amboani primero pensó en un avión, pero luego entendió: el puente de arriba, arrancado por la corriente, había sido arrojado hasta chocar con el segundo puente; ahora formaban un dique infranqueable para los árboles y el lodo que empezaban a taponarlo. Y algo peor, las barrancas rojas que antes encauzaban al río estaban colapsando. Ante la vista espantada de las dos mujeres, una línea entera de casas se precipitó al río y fue arrastrada y hundida hasta desaparecer.
Corrieron hacia la casa y al entrar el desastre las golpeó en plena cara: todo flotaba y la abuela sostenía a Lubeni sobre un armario que se bamboleaba de acá para allá.
¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿Quién podría ayudarlas? Con gran dificultad pudieron levantar una vieja escalera y subirse al techo de madera y paja.
En medio del diluvio casi no podían ver nada pero los ruidos que sentían a sus costados y (lo más preocupante) por debajo de ellas les advertían que quizás la casa mal construída no aguantaría mucho más el embate de la corriente. El niño lloraba quedamente; Amboani podía ver como se estremecían sus hombros y espalda, aunque las lágrimas se confundieran con la lluvia.
Un fuerte crujido fue la única advertencia antes de que el techo se partiera a la mitad, y ellos quedaran casi colgados de una madera clavada a la pared que aún resistía. “Ahora sí, pensó Amboani, vamos a morir y seremos arrastrados al río para que nos coman los peces y los buitres de las orillas” Abrazó a Lubeni, y cerró los ojos… cuando al fin los abrió notó que el cielo se estaba aclarando y la lluvia amainaba un poco; ahora que podía ver más lejos le pareció que el paisaje había cambiado totalmente, como barrido por un escobazo. Varias casas vecinas habían caído, pero no se veían los escombros sino que todo había sido llevado hacia el río. Y su casa, antes a unos treinta metros del borde de la barranca, ahora estaba prácticamente en la orilla. Parpadeó aturdida, pensando en la correntada que socavaba con rapidez la base arcillosa y que pronto habría de colapsarla como a un castillo de naipes.
Lo inimaginable, lo inesperado ocurrió entonces: una voz desde abajo gritó su nombre. Tekele, aferrado como podía del tronco de un gran árbol todavía en pie le hacía señas con los brazos. Le gritaba lo que acababa de descubrir, que la casa estaba a punto de caer al río, y que debían arrojarse desde el techo, y él trataría de atraparlos en sus brazos. La madre de Amboani fue la primera; luego de varios minutos que parecieron interminables, el pequeño Lubeni.
Amboani quiso que su abuela fuera la siguiente, pero la anciana se negó: “Yo te sigo”, le dijo. Cuando la joven se arrojó y casi se hundió en el suelo fangoso, Tekele la abrazó y la llevó para ponerla a salvo en una rama del árbol. Comenzaba a volverse hacia la casa cuando una gran grieta negra apareció en la pared sobre la que estaba la abuela; en cuestión de segundos la casa se balanceó hacia delante y atrás y luego desapareció tragada por el derrumbe.
Tres horas después llegó la patrulla de rescate. Los llevaron a un centro de evacuados, en una escuela con el techo agujereado y sin agua ni comida. Pero ellos al menos estaban juntos, no como otras familias que buscaban a padres o hijos, niños que lloraban solos o ancianos abandonados a su suerte con la mirada ausente.
Una mujer muy vieja estaba en un colchón junto a Amboani. Su rostro parecía milenario, surcado de grietas, y las manos de pergamino. Durante la noche, la escuchó hablar sobre el “Padre del Agua”, el espíritu antiguo que vivía en el río. Las explosiones de sondeo petrolero, el desmonte salvaje de los cerros, la agricultura codiciosa y dañina lo habían despertado de su sueño ancestral.
Por la mañana, Amboani no encontró a la anciana a su lado. Preguntó por ella pero nadie supo decirle; nadie la había visto, ni siquiera Tekele.
Con el tiempo, se casaron y emigraron a España. Ya nunca volvieron a su pueblo natal; donde antes estuvo su casa, el río se adueñó de lo que siempre había sido suyo.

CUENTO: "BUMERAN"

ESTE CUENTO FUE PUBLICADO EN MI ULTIMO LIBRO "BUMERAN" A4 EDICIONES 2011

BUMERAN

Desperté al pie de la montaña. El sol apenas se adivinaba tras la muralla de piedras extendida ante mis ojos: un valle sereno, rocoso, rodeado por una infranqueable barrera marrón y arriba, solo, inalcanzable, un cielo celeste sin una nube que turbara su uniformidad.
Busqué una salida, un claro de luz entre las rocas y lo encontré después de un buen rato. Una cuevita, angosta como un desfiladero, nacía en un recodo, en un nicho pedregoso. La claridad avanzaba unos pasos para perderse en una de las numerosas vueltas de la caverna. Mis ojos se habituaron a la oscuridad con rapidez y avancé, con paso inseguro, hacia su interior. Las paredes eran irregulares, llenas de picos y salientes y estaban viscosas por la humedad. Del piso y del techo surgían estalactitas y estalagmitas, goteando silenciosamente. En un alejado rincón escuché el rumor de un manantial. Me acerqué: la caminata me había cansado y tenía la garganta sea y adolorida. Me senté ante el agua que corría y juntando mis manos como una copa, bebí con avidez. En su recorrido, el agua que chocaba con las rocas dejaba al descubierto una rica veta de oro. Las pepitas relucientes, que yo miraba fascinada, añadían un poco de luz al ambiente oscuro.
Cerca de mí distinguí un camino sinuoso que bajaba progresivamente y doblaba hacia la derecha. Me interné en él, ¿Qué tenía que perder? éste me condujo a un estrecho sendero que terminaba abruptamente en una pared. Desesperanzada, pensé en volver, pero descubrí otro camino en la roca, que seguí sin mucho ánimo, apoyándome temblorosa y cansada en las paredes. Un precipicio se extendió ante mí y solo una finísima cornisa como un puente, pude ver a mi alrededor. La seguí ¿Tenía otra salida? Aún hambrienta y aterida, continué aferrada a los escarpados ganchos que la caverna me tendía, sin mirar ni una vez abajo, temiendo por esa razón perder el pie en un paso mal calculado.
A mi alrededor, los murciélagos volaban a ciegas.
Llegué al fin, cuando ya desesperaba de mi suerte, a otra habitación de la cueva: los muros oscuros se cernían sobre mí como una amenaza, enojados por la profanación de su reposo de siglos y siglos. A pesar de mi temor estaba agotada y poco a poco me fui adormeciendo.
Tuve un sueño muy extraño: despertaba al pie de una montaña. El sol apenas se adivinaba tras la muralla de piedras extendida ante mis ojos: un valle sereno, rocoso, rodeado por una infranqueable barrera marrón y arriba, solo, inalcanzable, un cielo celeste sin una nube que turbara su uniformidad.




Aldo Chiappe

miércoles, 29 de junio de 2011

SALIDAS Y EVENTOS II: FERIA DISTRITAL DE CIENCIA

PARA SU CONOCIMIENTO Y DIFUSIÓN

Convocatoria a participar en la Feria de Ciencia y Tecnología Distrital
Objetivo:
Compartir y disfrutar de un espacio de aprendizaje.

La invitación es para todos los Docentes y Alumnos de todos los Niveles y Modalidades de la enseñanza, incluido Superior exceptuando Universitarios.
Se convoca a todos quienes puedan mostrar una producción de investigación a concurrir con su trabajo a la Feria de Ciencias y Tecnología.
El espacio está abierto para quienes puedan socializar lo producido como muestra de su trabajo o quienes hayan realizado una actividad encuadrada en el Reglamento de Feria de Ciencias y Tecnología.
Instancia de realizaciones de las Ferias Distritales de carácter no competitiva (participan todas los Establecimientos Educativos del distrito)

Feria Distrital Hurlingham

Fecha: 07/07/2011
EET nº 2, Ocampo 1075, Hurlinghan - Tel: 4665-2025 - Horario de 8 a 12 Hs.


Feria Distrital San Martin

Fecha: 05/07/2011
EP nº 19, Jujuy 531 (esquina Arenales), Malaver - Horario de 13 a 17 Hs.

Feria Distrital Tres de Febrero

Fecha: 04/07/2011
Colegio Nuestra Sra. de La Merced, Ntra. Sra. de la Merced 4624, Caseros - Tel: 4750-0627 - Horario de 13 a 17 Hs.


Las mismas estarán abiertas al público a partir de las 8 30 hs. o 13 30 hs. según su turno de realización, la presencia de los participantes será a las 8 hs. o 13 hs. para el armado de los stand, y se comenzará el desarme de los mismos a las 11 30 hs o 16 30 hs.

SALIDAS Y EVENTOS: EL TRANVIA DE LACROCE

EN EL MUSEO Y ARCHIVO FOTOGRAFICO "ALEJANDRO WITCOMB" (CALLE 100 - INDUSTRIA- NRO. 2050 BALLESTER) SE EXPONE DESDE EL 11 DE JUNIO HASTA EL 30 DE JULIO UNA MUESTRA SOBRE EL TRANVIA LACROCE EN LAS CALLES DE SAN MARTIN.

LA ATENCION ES DEDICADA Y PERSONALIZADA, POR PARTE DEL HISTORIADOR Y FOTOGRAFO ROBERTO CONDE, QUE APORTÓ SU COLECCION Y CONOCIMIENTO SOBRE EL TEMA.

PARA VISITAR Y RECOMENDAR!!! ENTRADA LIBRE Y GRATUITA!!!

EL HISTORIADOR ROBERTO CONDE EN EL MUSEO

VISTA GENERAL DE LA MUESTRA DE MAS DE 50 FOTOGRAFIAS


CARTEL DE DIVULGACION, AFUERA DE LA CASA DONDE FUNCIONA EL MUSEO WITCOMB

jueves, 23 de junio de 2011

EL ARTISTA DE ESTA PROXIMA SEMANA ES... ALDO CHIAPPE

A PARTIR DE MAÑANA OBSERVAREMOS OBRAS DE UN GRAN DIBUJANTE DE LA NATURALEZA, UN DETALLISTA DE PLUMAS Y PELOS, EL GRAN ALDO CHIAPPE


WWW.CHIAPPEALDO.COM.AR

EL ARTISTA DE ESTA SEMANA FUE: HELMUT DITSCH

ADORNARON ESTE BLOG, ESTA SEMANA, LAS PINTURAS HIPERREALISTAS DEL ARTISTA MAS CARO DE LA ARGENTINA. GLACIARES, MONTAÑAS Y DESIERTOS EN PINTURAS QUE DESAFIAN AL OJO MAS EXPERTO, CON GRAN DETALLE Y MINUSCULAS PINCELADAS

RELATO "FLORES DE SEPTIEMBRE"

ESTA ES LA VERSION ORIGINAL DE MI CUENTO "FLORES DE SEPTIEMBRE" (QUE FUE MODIFICADA SUSTANCIALMENTE PARA HACER UNA VERSION "PAMPEANA", YA PUBLICADA EN ESTE BLOG) LA PRESENTE SE ENCUENTRA PUBLICADA EN MI LIBRO "LA RUTA DE LOS DINOSAURIOS Y OTROS RELATOS" DMG EDITORES, 2009




Flores de Septiembre

Durante mis últimas vacaciones, cómodamente instalada en un amable pueblo serrano, de esos que todavía conservan la siesta estival y la larga sobremesa, mi hospedador me relató esta historia:
-Hace muchos, muchos años vivía en esta región un italiano sesentón, recio, trabajador, curtido por años de labor bajo el sol, que en estas tierras labra surcos más profundos que el arado. Se dedicaba por completo a sus viñedos, que eran su satisfacción y su riqueza. Había llegado a la Argentina con mujer y sin dinero. Aquí tuvo un hijo, levantó su casa, cosechó las uvas dulces que da la tierra bien fecundada y enterró por fin a la esposa, que no soportó los rigores de un invierno particularmente helado.
Los años pasaron: la finca prosperó, las parras se multiplicaron hasta el horizonte, y el hijo se hizo hombre ayudando a su padre en las mil y una tareas del campo.
Las diversiones eran escasas en esa época: se bajaba al pueblo los domingos para ir a la iglesia, y en la semana una vez cada tanto para comprar los pocos productos que no se obtenían en la finca: la yerba, el azúcar, algunas herramientas; y por supuesto, para retirar la correspondencia. Y es que nuestro hombre, a pesar del tiempo, no había perdido los lazos con su gente, con su familia. Este italiano, que no hablaba mucho, que nunca había acariciado al hijo ni siquiera en la cuna, era un nostálgico incurable de su pueblo natal y de los primos y sobrinos que en él habían quedado. Por supuesto, aceptaba que allí no habría llegado nunca a tener su propia tierra, y esos viñedos relucientes al sol, con la hermosa casa de blancas paredes, y la glicina densa, llena de nidos de colibrí. Pero el corazón, ah, el corazón estaba en Italia y por eso cada carta, con sus pequeñas estampillas multicolores, le traía remembranzas de la infancia con sus cachorros, el olivo con las ramas doblándose de tantos frutos, ese potro montaraz que nunca pudieron domar, que coceaba a todos y que él dejó escapar una madrugada, porque había escuchado que lo iban a matar... y también los besos a escondidas con su prima, tan dulce, tan fragante, la que murió de fiebres al otro verano. Y los recuerdos venían en la letra tosca del hermano campesino: la familia crecía, los jóvenes se casaban y los viejos se iban muriendo.
Un hermano tenía siete hijos, el otro nueve. Las hermanas -cinco- habían sido también prolíficas, y ya tenían tantos nietos que los nombres se repetían y se creaban confusiones monumentales.
No sé muy bien cuándo, pero en algún momento Don Luca –vamos a llamarlo así, entre nosotros, aunque ese no sea su nombre real- empezó a sentirse muy pobre y poco satisfecho con sus posesiones. No con la hacienda, con la huerta familiar o el ganado bien cuidado por los perros, sino con su escasa descendencia y con la finca enorme casi deshabitada, silenciosa, sin mujer ni risas infantiles.
No extrañaba mucho a su primera esposa. No la había conocido bien antes de casarse, y en los primeros años de matrimonio el trabajo había sido muy duro: levantarse a las cuatro, comer una galleta y salir a trabajar la tierra a veces bajo la lluvia y otras con un sol abrasador, hasta obtener los primeros racimos generosos, con uvas como gotas de rocío, o como los ojos verdes del puma.
-Así son las flores de septiembre en la montaña -pensó cuando ella hubo muerto–florecen y se extinguen sin que uno se dé cuenta. Aquí está su fruto, mi hijo. De ella no tengo nada, no sé si era feliz, si cantaba cuando estaba sola o si alguna vez me amó. Se fue como vino, o más bien, como si nunca hubiera venido a mí. Quizás se quedó también en nuestro pueblo, bailando y cantando con sus hermanas, pisando las uvas, vestida de azul y con un moño blanco sosteniendo sus trenzas por arriba de la frente, como cuando la vi por primera vez.
¿Existió ella? ¿Existía él? Sólo un hijo estaba en el mundo como prueba de que la carne había sido joven, los cuerpos fecundos... sólo una vida entre el féretro y la inmortalidad.
Y la idea, la idea que nació entonces en la plateada cabeza de Don Luca fue tan increíble que no pudo comentarla con Carlos, su hijo, hasta varios meses después, cuando llegó la ansiada respuesta de su hermano: la novia iba en camino.

Imaginen los viajes en esa época: incómodos, lentísimos, polvorientos y hasta riesgosos. Pero ¡qué avances con respecto a una generación atrás! Ahora la gente común cruzaba el océano, se desplazaba de país en país, de región en región, conocía otros continentes y hasta se iba de vacaciones.
Y ahí estaba Anina –si convenimos en llamarla así- cuyos veintidós años completos habían transcurrido en un pueblito al pie de las Dolomitas, allí donde el torrente Cismón baja encajonado en estrechos valles, por eso llamados “canales”. Los surcos excavados entre la caliza -más frágil- y el granito resistente, crean una belleza irreal representada por la floresta. Esa floresta de alerces amarillos en septiembre, de abedules de oro, prados llenos de flores y de pájaros que cantan quedamente, como temiendo quebrar la claridad del día.
Don Luca no podía dejar la hacienda y los viñedos para ir a buscar a Anina al puerto de Buenos Aires. Esperar que ella llegara sola –tan joven, sin conocer a nadie ni hablar el idioma- era también impensable.
Por supuesto, fue Carlos el encargado de ir a buscar a la novia a la capital. La reconoció en cuanto la vio, igual a la foto color sepia y tan ingenua con ese vestido floreado pasado de moda y las trenzas castañas de pueblerina, en medio de las otras mujeres iguales y a la vez diferente de todas las demás. Carlos tenía veintitrés años y se sintió más avergonzado que ella al presentarse. Los dos balbuceaban y bajaban los ojos sin saber qué decirse.
El regreso al pueblo pasó sin que ninguno lo notara; en realidad desde ese momento las cosas estuvieron más allá de la voluntad de todos. ¿Cómo culparlos? Y emprenden el camino: una mujer joven, de rostro sereno y risa picante y un hombre con el sol en los brazos, con olor a campo recién segado, y un par de ojos negros como pozos sin fondo.
La boda fue un trámite, y desde un principio, los esposos no se entendieron bien. Ella quería bailar, comprarse vestidos, bajar al pueblo para mostrar su sombrero nuevo. Él quería verla cocinando, zurciendo medias y alimentando a las gallinas.
Ella dormía hasta tarde, él despertaba al clarear el día. Ella se reía, la iglesia le resultaba indiferente y los vecinos la aburrían. Pero le gustaba ver a Carlos domar a los caballos nuevos, traídos del campo por los peones y llevarle el mate –esa infusión verde a la que terminó por aficionarse sólo por posar sus labios donde habían estado los de él- en fin, se supo enamorada y condenada también a una vida larga y hastiante al lado de un hombre viejo sí, pero fuerte como un roble y decidido a vivir mil años más.
Carlos la evitaba al principio, sentía culpa hasta por mirarla. El no tenía derecho siquiera a rozarle la mano cuando le pasaba el salero en el almuerzo o sentir el perfume que salía de su cuello al inclinarse en la oración del domingo. Pero el tiempo y la costumbre terminan por vencer toda repugnancia, y algo, una sensación que le quemaba muy adentro, le decía que Anina no iba a rechazarlo.
¿Irse o quedarse? Don Luca acabó con la duda al enviarlo a la capital de la provincia para realizar unos trámites impostergables. Estuvo afuera dos semanas, en las que pensó mucho en Anina, en él y en su padre. Se decidió a ser fuerte y olvidar esas trenzas de seda; a frecuentar a cierta vecina nada fea y ya en edad de casarse, en conclusión, se llenó de buenas intenciones y altos pensamientos.
Anina también tomó resoluciones: se acusó de estúpida y frívola. Ya era toda una mujer casada: debía respetar a su esposo, cuidarlo y darle hijos, y dejarse de soñar con príncipes azules, por más que tuvieran hermosos ojos negros, tan imposibles para ella como un viaje a la Luna.
El día en que Carlos volvió de la ciudad, don Luca estaba trabajando en el viñedo, por supuesto. Carlos dejó la valija al lado de la puerta y buscó la mirada de Anina, como para probarse que podía resistir la tortura que era verla y no pensar en besarla. Ella también lo miró, segura de mantenerse firme ante esa tentación tan cercana como deseada.
Pasaron a la cocina. Le sirvió el almuerzo y se quedó de pie, como arreglando las ollas y nerviosa sin motivo. No sabía adónde poner las manos, le temblaban sin poderlo evitar. Él comía, silencioso y aparentemente tranquilo. Cuando terminó se levantó para ir al campo, y volvieron a cruzarse las miradas ahora menos decididas que antes.
Anina lo retuvo con un gesto. Una hoja, o una brizna de pasto en la camisa, cerca del hombro. Ella no tenía intención de acariciarlo, pero esto fue lo que pasó: la mano se demoró primero sobre el cuello, luego bajó por una clavícula hacia el pecho, para terminar a la altura del corazón de Carlos que latía descontrolado.
Ahora, vamos a cubrir con un manto de brumas el Amor de los amantes, porque no es sórdido ni puede culparse a quienes sucumben ante él: la Juventud, la Belleza, la Gracia los bendicen, aunque no así el Tiempo.

Pasó un año. –Debe haber habido días de sol y otros de lluvia –pensaba ella. –Seguramente las chivas ya parieron y el algarrobo se llenó de frutos. Los nidos de los colibríes se vaciaron de pichones y se preparan de nuevo para recibir los dos huevos rosados que pone la hembra solitaria. La uva se convirtió en el vino que se guarda en las bodegas, lejos de la luz. Lo sé porque debe ser así, siempre fue así. Pero mi mente está lejos de todo esto y ve pasar las cosas como un reflejo descolorido en un espejo viejo. Hay sombras que van y vienen, las tareas de la casa, las noticias del pueblo. Solamente brillamos él y yo, al estar juntos. No puedo verme más que en sus ojos.
-Aunque quiera dejarla, - meditaba él- si hoy se fuera la seguiría hasta el fin del mundo. No me importa nada cuando estoy con ella, no me importa ser ruin, ni me avergüenzo de amarla con locura porque fuimos hechos el uno para el otro. Toda la eternidad en el Infierno es un precio muy bajo si puedo tenerla en esta vida.
-Tengo miedo, –se decían ambos- miedo de perderte, de que ya no me quieras y que en tus ojos no lea lo que está escrito ahora. Que me hagas pedazos con tu rechazo, que astilles mi corazón con palabras de desprecio. Cualquier tortura es preferible a esa. Prefiero que tu mano me clave un cuchillo en este pecho, no hay suplicio mayor que tu abandono. Ah, que no encuentre en tu mirada indiferencia o en tus besos lejanía. No puedo resistirlo.
Y cada vez eran menos cuidadosos, como si quisieran ser descubiertos. Don Luca parecía ciego, sordo, mudo. La situación hubiera continuado así durante años, pero pronto iba a pasar algo que sacudiría todo en esa vida de ocultamientos, porque en algunos meses Anina va a dar a luz un varón.

Carlitos ya tiene tres años. Es travieso, terco, imposible de controlar. Todo lo toca, le encanta correr a las gallinas, molestar a los chivos, zarandear el manzano. Anina lo adora, ni qué decir de don Luca. Carlos siente por Carlitos una ternura sin igual, que le rebasa el pecho y tiene que contenerse para no comerlo a besos y no llamarlo: hijo de mi vida, el mejor regalo de mi amor, bendición de toda mi existencia. No puede estar maldito por Dios este amor si me dio a este hijo que viene a redimirnos y a unirnos más que nunca.
Una noche, don Luca sorprende en su hijo mayor un no sé qué que lo perturba. Un roce, cierta mirada, el tono de la voz. Está hablando con Carlitos y lo mira orgulloso, como si... Algunas cosas que antes intuía, van alineándose frente a él, les pasa revista: “Mi hijo” –dice siempre Anina, no “nuestro hijo”. Carlos no frecuenta a ninguna mujer, prefiere quedarse en la hacienda cuando él baja al pueblo. Ella cose las camisas de él amorosamente, las retiene y aprieta entre las manos. Ambos salen a mirar las estrellas desde la galería y se quedan hablando muy bajo, aunque sin tocarse. En la ronda del mate, Anina se lo sirve a don Luca siempre frío y amargo.
Decide vigilarlos, aunque ya sabe la respuesta. Los detalles eran demasiado elocuentes como para que una prueba directa pudiera modificarlos.

El pueblo entero está pasmado. Aquí hay pocas noticias y hoy los chismosos están de parabienes. Nadie sabe bien qué pasó, cómo fue que Carlos, que hasta ayer estaba lleno de vida y se paseaba entre las vides, con las manos en los bolsillos y silbando una tonada, mientras saludaba a los trabajadores, a cada uno por su nombre, hoy está tendido en un cajón, con los ojos cerrados y las manos sobre el pecho.
Padre e hijo trabajaban en la bodega esa tarde. Estaban solos. Parece que Carlos había tomado. Después insistió en limpiar una escopeta que se guardaba en un arcón y que servía para ahuyentar zorros, pumas y a algún ladrón de gallinas.
Don Luca estaba de espaldas, controlando un libro de cuentas, cuando sonó el disparo. No pudo hacer nada: la bala le había dejado un orificio redondo y negro en la frente.
Esas escopetas viejas no son confiables. A veces, un descuido al manipularlas puede causar una desgracia. –Qué pena, un hombre tan joven, morir tan tontamente, con un balazo limpio entre los ojos negros.

Si un año pudiera convertirse en un segundo –sólo si quisiéramos convenir esa afirmación por supuesto disparatada- entonces permítanme también borrar de un manotazo horas, días y hasta meses arrancando de cuajo las hojas del calendario. Ya pasaron veinte años: hace ocho que Anina es viuda y debe cuidar sus intereses y los de Carlitos como dueña de los viñedos. Los últimos cinco años fueron de una enorme prosperidad para la región: la demanda de vinos, pasas y uva fresca aumentó, las exportaciones dejan grandes ganancias y las moderadas lluvias favorecieron las vendimias más abundantes en el último siglo.
Anina recibe una propuesta para asociarse con dos bodegas vecinas: entre los tres podrían manejar la producción de toda la provincia, y beneficiarse aún más de esta época de “vacas gordas”. Anina desea aceptar: al fin podría descansar, delegar en otros el control de la hacienda, con su trabajo que nunca termina, viajar por el país.
Su capataz, un hombre de entera confianza, siempre se lo aconseja. Ella sabe que por la honradez y voluntad de Raimundo, los viñedos salieron adelante durante la sequía, y hace unos años, cuando el frío y el granizo quemaron la uva un mes antes de la vendimia. Anina lo considera un amigo fiel y escucha con atención sus sugerencias, ya que generalmente tiene razón en todo.
De acuerdo a una antigua costumbre, los capataces cenaban con los dueños (en este caso, Anina y Carlitos) al menos una vez por semana. La comida era sencilla y la conversación, como siempre, giraba alrededor de la hacienda.
Carlitos no se interesaba en los negocios de la familia. Si recorriéramos las fotos de un imaginario álbum de familia, encontraríamos cierto leiv motiv que se repite: Carlitos saltando entre dos grandes piedras, trepando un barranco, conduciendo un auto riesgosamente entre dos curvas, bebiendo hasta el vómito y jugando hasta el desvarío. Cuando baja a la ciudad gasta fortunas: alcohol, juego, mujeres. Derrocha el dinero, le gustan las cosas caras, los autos, los mejores trajes, las prostitutas. Y también en la hacienda se comenta que dos o tres hijos guachos tienen sus ojos particularmente negros. A Anina le llegan comentarios, y ciega de amor, lo justifica: Es joven, es atractivo, también a su edad su padre me volvía loca de amor y de deseo.
Raimundo, en cambio, no tiene vendas en los ojos: Es un muchacho salvaje, dañino. Sedujo a las que pudo, violó a las otras. Es haragán, taimado, le complace herir a los otros, en especial a las criaturas indefensas. Vio crecer la maldad en él desde chiquito, le gustaba matar pájaros, destruir los nidos, apedrear a los cachorros. Y su mirada era maligna, los otros chicos se apartaban de él, las nenas lo evitaban. De grande, se hizo peor: era borracho, pendenciero, atropellaba el ganado con sus costosos autos, no respetaba ni a su madre. A ella le robaba, le mentía. Cuando venía a verla desde la ciudad, donde decía estudiar –aunque Raimundo sabía que no, que su escuela era el casino y sus profesores los compañeros de juerga- siempre le pedía dinero, a veces con la excusa de los libros, de los materiales. Y si ella no se lo daba, le robaba cosas, una vez un reloj, otra una joya.
Raimundo no tolera las cenas cuando Carlitos está en la casa. Siempre terminan en peleas. Siempre tiene que presenciar su ruindad, su vileza, y aún peor, la mirada de la madre amorosa, pendiente de sus menores deseos. Anina, siempre tal cabal e inteligente se ve reducida a una hembra complaciente, un pedazo de carne cálido y maternal que exclama: Mi nene, mi chiquito, mi bebé querido, razón de toda mi existencia.
Esa noche, hablaban de la posible sociedad entre bodegas. Anina escucha atenta y asiente cada tanto. Está feliz: los negocios funcionan, el hijo está en casa. Carlitos se mantiene fuera de la conversación, aburrido, hasta que una idea empieza a filtrarse por su mente, mareada de alcohol. Si las bodegas se fusionan, habrá un contador a cargo, las cuentas serán inspeccionadas una y otra vez, el dinero no podrá deslizarse tan libremente como hasta ahora. Pondrán revisores, controlarán todo. La madre ya no será un río de oro, una chequera abierta. Tendrá que pedirle al Consejo, rogarle a empleados, a subalternos. No le conviene, no, la sociedad no pude realizarse.
-No estoy de acuerdo en esto, madre.
Anina lo mira, sorprendida:
-Nunca te interesaron los negocios, Carlitos.
-Si algún día esta hacienda va a ser mía, tal vez sea momento de interesarme. Quizás sería mejor que aprendiera a manejarla. Siempre dijiste que querías viajar ¿Por qué no dejarla en mis manos, entonces?
Raimundo mira a Anina. Ella está gratamente asombrada, orgullosa y conmovida por la propuesta ¡Al fin, al fin su hijo muestra interés por los bienes familiares! ¡Cuánto tiempo esperó, cuánto, por oír esas palabras, por ver que el muchacho sienta cabeza y se propone manejar con mano firme la hacienda! No es que Raimundo sea mal administrador, no, pero es mejor que el joven amo vea la marcha de la finca y los terrenos. Y ella es sólo una mujer, ignorante en muchas cosas, torpe en otras. No ve la hora de levantar a sus nietos, sentarse a tejer con la nuera, ver como el hijo vuelve del campo luego de un día de trabajo, como volvía Carlos, silbando una tonada entre las viñas, saludando a cada peón por su nombre.
Raimundo en cambio, ve la ambición, la hipocresía. Los ojos de Carlitos brillan de codicia, su voz tiene un timbre agudo, de falsedad y su cara una mueca de avidez que la deforma.
Era costumbre que en esa época los amos comieran con el capataz. Y era costumbre también que el capataz llevara un revolver siempre cargado: nunca se sabe cuando un ladrón va a entrar a robar ganado. A veces el hombre desprevenido puede encontrarse con un puma o con un perro cimarrón en el campo. O puede tener que sacrificar a un animal agonizante.
Anina sólo pudo ver cómo Raimundo sacaba el arma y sin apuntar disparaba una, dos veces. Luego salió, montó la yegua alazana y fue a entregarse al comisario.

Esta tarde fui a conocer la casa donde Anina vivió muchísimos años más, hasta su muerte. Dicen que se volvió loca y que trató de expiar su culpa volcándose a la religión. Los vecinos la desahuciaron, los trabajadores abandonaron la finca, el campo se asilvestró y las viñas se perdieron.
Nadie quería entrar en la casa maldita ni hablar con esa mujer condenada por el oscuro secreto que guardó hasta el fin de sus días.
Dicen que ella se sentaba en la galería de la casa abandonada, casi en ruinas y miraba hacia las viñas –ahora tapadas por malezas- y sonreía, sí, sonreía durante largas horas. Quisiera pensar que recordaba aquellos tiempos de exquisita felicidad, de maravillosa plenitud.
Así son las flores de septiembre, en la montaña: se abren al sol, relucen y súbitamente, se apagan.



ALGO DE HISTORIA... (VI)


ESE MISMO AÑO, EL 2005, RECIBI LA TERCERA MENCION EN EL II CONCURSO DE CUENTO CORTO

ALGO DE HISTORIA... (V)

EN 2005 PARTICIPE EN EL DECIMO CONCURSO LITERARIO NACIONAL "UNA DECADA CON LAS LETRAS"

ALGO DE HISTORIA... (IV)

ESTE ES EL DIPLOMA QUE ME DIERON EN 2001 POR LA PARTICIPACION EN EL CERTAMEN DEL CENTRO DE CAPITANES DE ULTRAMAR

domingo, 19 de junio de 2011

RINCON DEL ARTE: EXPOSICION ABSTRACTA EN SEDE HEREDIA DE CASEROS

EN LA SEDE CULTURAL INTENDENTE HEREDIA SE PRESENTA HASTA EL 14 DE JULIO LA ARTISTA ABSTRACTA ANDREA TROTTA, CON SU SERIE "ANOCHE SOÑE QUE ERA UN ARBOL"

AQUÍ, ALGUNO DE SUS CUADROS QUE ME GUSTARON




RINCON DEL ARTE: EN UNTREF, TORRES GARCIA

DEL 23 DE MAYO AL 31 DE JULIO ESTA ABIERTA LA EXPOSICION DE JOAQUIN TORRES GARCIA, "UTOPIA Y TRADICION" EN EL UNTREF (VAlentin Gomez 4838, Caseros)


SON DOS EXPOSICIONES A LA VEZ, EN LA SALA DE ENTRADA SE PRESENTAN LOS ARTISTAS DE SU TALLER, EN LA SALA PRINCIPAL, LA OBRA DE TORRES GARCIA DE LA SERIE "LA CIUDAD Y LOS SIGNOS"

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA, PARA RECOMENDAR!!!

viernes, 17 de junio de 2011

UN ENSAYO, DENUNCIA SOBRE LA MINERIA IMPUNE. SIGUIENTES 5 ENTREGAS

A CONTINUACION EL ENSAYO QUE ESCRIBI Y CON EL QUE CONCURSE EN LA

I Bienal Literaria «Bambamarca Voces de la Tierra» (Venezuela) 2009
Casa del Poeta Peruano
CATEGORIA: ENSAYO

“Desarrollo minero: ¿Progreso económico o saqueo ambiental?”


LA PRIMERA PARTE (INTRODUCCION) ADEMAS PUEDE LEERSE COMO UN RELATO INDEPENDIENTE Y ESTA PUBLICADA EN MI ULTIMO LIBRO.

INDICE:

A modo de introducción… 2


La minería, ¿actividad económica o violación de la Tierra? 7
El impacto ambiental de las actividades mineras 12
Cuatro etapas, innumerables impactos 19
De “El Dorado” a “La Alumbrera” 22
Así en la Tierra como en el agua… 24
Víctimas inocentes, el corto camino hacia la extinción 29


Conclusiones 34


Indice 35



IMPORTANTE!!!
SI ESTE ENSAYO O PARTES DE EL, TE SIRVEN PARA UN TRABAJO, PODES EXTRACTARLO, PERO NO OLVIDES DE CITAR LA FUENTE Y EL AUTOR.

ENSAYO SOBRE MINERIA: INTRODUCCION

ESTA INTRODUCCION FUE PUBLICADA COMO UN RELATO INDEPENDIENTE EN MI LIBRO "BUMERAN" A4 EDITORES, 2011


A modo de introducción….

Dicen que el “Padre del Agua” vive en este río. Dicen que se enfurece si la codicia del hombre saca más peces de lo necesario, o si arroja desperdicios, afeando la corriente rojiza y arcillosa. Antes, hace cientos de años, los aborígenes que vivían a su vera lo adoraban y le rendían pleitesía. Hay quienes cuentan que realizaban sacrificios de guerreros enemigos, animales salvajes y alimentos para aplacar el hambre del Gran Padre de las Corrientes, el Destructor, el Justiciero.
Pero esos tiempos terminaron: los hermanos indios fueron masacrados y la sangre regó las aguas atrayendo cardúmenes de pirañas. En las orillas se juntaron jotes y jaguares, que aprovecharon la tan cómoda despensa. Así el culto al río se perdió, y comenzó el dominio del blanco.

9 de Febrero de 2009

Esta mañana (la del día de su boda) Ercilia Ramírez despertó temprano. Iba a casarse con Agustín Mamani, de profesión carpintero, buen hombre, trabajador y sólo un poco dado al vicio del juego (dentro de un límite tolerable). La casita humilde donde vivían Ercilia, su madre, su abuela y su hijo de 4 años, fruto de una desventurada relación anterior, había sido construída de a pedazos con algunos ahorros, un plan del gobierno provincial y una parte de la pensión por invalidez de la anciana. El aspecto de la casa correspondía al de la familia: pobre y abandonada. El baño, apenas una letrina, se encontraba en la parte trasera. La joven calentó agua en una olla grande, llenando en la tarea toda la casa con un rancio olor al gas de la garrafa de 10 kilos que era la única fuente de energía para la gente del barrio. A pesar de que Tartagal estaba sobre un enorme yacimiento de petróleo y gas, gran parte de sus habitantes sólo tenían la opción de las garrafas, y hasta estaban contentos porque ya no debían usar leña como sus abuelos.
Se lavó concienzudamente, pensando en Agustín. Lo conocía desde pequeña, y habían ido a la escuela juntos, hasta que él la dejó en sexto grado para ayudar al padre en la carpintería. Ella terminó la primaria y luego consiguió empleo como costurera en un taller textil; el hijo de la “patrona” fue su primer e ingenuo amor. Pero para él no significó lo mismo ni ella ni el resultado de sus amores, un niño moreno y taciturno. A Agustín lo reencontró una tarde de Carnaval, calurosa y poblada de chicharras. Los chicos arrojaban espuma y bombitas de agua desde los techos y terrazas; una le dio en plena cara al muchachote que caminaba con apuro por la calle sin asfaltar hacia el río. Ercilia se rió y al levantar él la cabeza, se reconocieron en un instante mágico. Con los meses la relación creció; y como no es costumbre en estas tierras darle vueltas a las cosas del corazón, decidieron casarse y darle un padre al pequeño Joaquín.
Los zapatos blancos, algo ajustados pero muy vistosos, salieron de su caja de cartón. Al igual que el vestido, se los había prestado una prima segunda, casada hacía poco. Mientras la abuela cebaba unos mates dulces y la madre terminaba de hornear unas empanadas para la fiesta en el salón comunal, Ercilia se secaba el pelo con una toalla que había visto tiempos mejores. Apareció una vecina en la puerta, trayendo una fuente con pollo asado y ensalada rusa, su colaboración al convite. La vecina había sido peluquera, y terminó de arreglar el pelo de la joven con bastante habilidad. Mientras le delineaba los ojos con un firme trazo negro comentó:
-¿Han visto las nubes? En la radio dicen que lleva dos días lloviendo en el cerro y que el nivel del río está subiendo.
Ercilia miró el cielo a través de la pequeña ventana. Se veía algo gris, pero no amenazante. “Hoy no, Dios mío, –rogó - por favor que no llueva hoy” Pensó en la calle de tierra, en sus zapatos blancos y en la casa inundable y precaria. Sus vecinos no vivían mejor, por lo que la lluvia sería una preocupación para todos. “Hoy quiero bailar, reír, gozar, saber que ante todo estoy viva, y hay un mañana por delante” Sin embargo, mientras se ponía los aros de perlas baratas, sintió un estremecimiento, como un aliento helado sobre la piel desnuda.
Ella estaba lista. Mientras esperaba a que el resto de la familia se vistiera, prendió la radio. El locutor local hablaba con un meteorólogo sobre las lluvias en el sur de Bolivia, sobre la sierra de Acambuco, donde nace el río Tartagal. No alcanzó a escuchar el final de la entrevista, porque un ruido extraño, como de tambores lejanos, la sorprendió. “Muy curioso –se dijo – es como si se acercaran muchos caballos galopando
-¡Mami, mami venite! – gritó Joaquín- ¡El río está lleno de barcos!
Lo que vio Ercilia al asomarse por la ventana que miraba al río, no lo olvidaría jamás en su vida: un bosque entero, arrancado de raíz, era arrastrado por el agua enfurecida; los árboles subían y bajaban, se enlazaban y por momentos desaparecían bajo el agua enrojecida como un mar de sangre. Mientras miraba fascinada y sin entender ese desfile de gigantes, comenzó la lluvia.
Las primeras gotas las sintió frías y saladas, sólo después notó que estaba llorando. La lluvia era ahora una densa cortina brumosa detrás de la cual se veía el río.
Sin saber porqué se encontró recordando lo que le había dicho su abuela hacía unos días, cuando las explosiones de prospección de la empresa petrolera hacían temblar las finas paredes de la casilla. La anciana recordaba quizás en voz alta los cuentos de su propia abuela aborigen: “Van a despertar al `Señor del Río`, nos va a castigar a todos por la ambición de algunos”
- ¿De qué habla, abuela?
- ¿No ves, hijita, que los gringos talan el cerro para llevarse la madera y plantan soja y perforan la tierra buscando el petróleo, y no les importa ensuciar y arrancar y destruir todo a su paso? Eso no está bien, el Espíritu que Vive en el Agua puede despertarse y castigarnos a todos.
- ¿Qué espíritu, abuelita? Cuénteme…
- No, m´hija. Hay cosas en el mundo que es mejor no nombrarlas. Cosas de vieja, historias. Mejor dejarlas así.
En eso pensaba la joven mujer mientras cambiaba sus zapatos blancos por zapatillas. Se hacía tarde y ella “debía” llegar a la capilla aunque el cielo se viniera abajo. No obstante, al abrir la puerta, no fue el cielo sino el suelo el que preocupó a la familia: una corriente barrosa llenaba la calle y bajaba a todo vapor hacia la orilla.
- Que la abuela y Joaquín se queden- pidió Ercilia mientras las lágrimas le quemaban la cara – Yo tengo que ir, aunque sea sola.
- No, hija. Yo te acompaño, pero es una locura porque nadie podrá llegar con esta lluvia.
La anciana y el pequeño, vestidos con sus mejores galas, se quedaron en el umbral, mirándolas, mientras el agua comenzaba a entrar a la casilla. Las dos mujeres, tomadas del brazo, avanzaron trabajosamente calle arriba. Aunque se subía la falda del traje de novia hasta casi el muslo, el barro que salpicaban al caminar ya manchaba de rojo la tafeta blanca.
Tardaron 20 minutos en subir las seis cuadras y en varios puntos tuvieron que sostenerse de las paredes porque el suelo se escapaba bajo sus pies arrancado por el aluvión furioso.
El sacerdote las miró alarmado:
-¡Santo Dios! ¡Regresen a su casa de inmediato y prepárense para evacuar! No habrá ninguna boda hoy.
- ¿Y Agustín? ¿No ha llegado?
-¿Entonces, no lo saben? ¿No tienen radio ustedes? – Ercilia pensó que el corazón se le iba a paralizar del espanto:
-¿Qué pasó, Padre? ¿Está lastimado o…?
- No, hija… no tengo noticias de tu novio, pero la radio informó que el puente de arriba fue arrastrado por el agua… El otro lado del río es más bajo, quizás no pueda llegar a cruzar el otro puente a tiempo, es una locura tratar de casarse hoy… vuelvan a su casa, cuando todo se calme, los casaré sin falta.
Volvieron a la calle; el regreso fue más rápido pero más difícil, tratando de no caerse sobre el lodo resbaladizo que ya les llegaba a las rodillas. En el último recodo de la calle, casi a punto de llegar a la casa, la madre se tomó el rostro y señaló horrorizada hacia abajo: a sus pies podían ver todo el río crecido y el puente cercano, de industrial cemento gris. Pero algo sobresalía atrás del puente, como unos brazos metálicos y retorcidos. Ercilia primero pensó en un avión, pero luego entendió: el puente de arriba, arrancado por la corriente, había sido arrojado hasta chocar con el segundo puente; ahora formaban un dique infranqueable para los árboles y el lodo que empezaban a taponarlo. Y algo peor, las barrancas rojas que antes encauzaban al río Tartagal, estaban colapsando. Ante la vista espantada de las dos mujeres, una línea entera de casas se precipitó al río y fue arrastrada y hundida hasta desaparecer.
Corrieron hacia la casa y al entrar el desastre las golpeó en plena cara: todo flotaba, camas, muebles, ropas… todo irreconocible y manchado de mugre lodosa y la abuela sostenía a Joaquín sobre un armario que se bamboleaba de acá para allá.
¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿Quién podría ayudarlas? Ercilia recordó una escalera de albañil, medio podrida y tirada hace añares en el patio. Allí corrieron y con gran dificultad pudieron levantarla y subirse al techo de chapas. Ni bien lo hicieron la escalera se partió y sus restos se fueron con el agua.
En medio del diluvio, empapadas, casi no podían ver nada pero los ruidos que sentían a sus costados y (lo más preocupante) por debajo de ellas les advertían que quizás la casa mal construída no aguantaría mucho más el embate de la corriente. El niño lloraba quedamente; Ercilia podía ver como se estremecían sus hombros y espalda, aunque las lágrimas se confundieran con la lluvia.
Un fuerte crujido metálico fue la única advertencia antes de que el techo se partiera a la mitad, y ellos quedaran casi colgados de una chapa clavada a la pared que aún resistía. “Ahora sí, pensó Ercilia, vamos a morir y seremos arrastrados al río para que nos coman los peces y los jotes de las orillas” Abrazó a Joaquín, y comenzó a recitar, medio para adentro, medio hacia afuera, “Padre nuestro que estás en los cielos…” pero cuando hubo terminado invocó también a la Pachamama, la Madre Tierra unas veces bondadosa, otras severa.
Cuando abrió los ojos notó que el cielo se estaba aclarando y la lluvia amainaba un poco; ahora que podía ver más lejos le pareció que el paisaje había cambiado totalmente, como barrido por un escobazo. Varias casas vecinas habían caído, pero no se veían los escombros sino que todo había sido llevado hacia el río. Y su casa, antes a unos treinta metros del borde de la barranca, ahora estaba prácticamente en la orilla. Parpadeó aturdida, pensando en la correntada que socavaba con rapidez la base arcillosa y que pronto habría de colapsarla como a un castillo de naipes. ¡Debían bajarse, y rápido, o morirían! Pero, ¿Cómo, cómo, cómo?
Lo inimaginable, lo inesperado ocurrió entonces: una voz desde abajo gritó su nombre. Agustín, aferrado como podía del tronco de un gran árbol todavía en pie a unos veinte metros, le hacía señas con los brazos. Le gritaba lo que acababa de descubrir, que la casa estaba a punto de caer al río, y que no había tiempo para dudas: debían arrojarse desde el techo, y él trataría de atraparlos en brazos y atarlos al árbol hasta que vinieran las patrullas de evacuación, que ya estaban en camino. La madre de Ercilia fue la primera; luego de varios minutos que parecieron interminables, el pequeño Joaquín.
Ercilia quiso que su abuela fuera la siguiente, pero la anciana se negó: “Yo te sigo”, le dijo. Cuando la joven se arrojó y casi se hundió en el suelo fangoso, Agustín la abrazó y la llevó para ponerla a salvo en una rama del árbol. Comenzaba a volverse hacia la casa cuando una gran grieta negra apareció en la pared sobre la que estaba la abuela; en cuestión de segundos la casa se balanceó hacia delante y atrás y luego desapareció tragada por el derrumbe.
Tres horas después llegó la patrulla de Defensa Civil. En el árbol se habían refugiado otros infelices, y los techos de las casas estaban llenos de gente que veía pasar animales, muebles y hasta autos que caían al río. Un par de veces Agustín se bajó para ayudar a gente que perdía el pie y era arrastrada casi hasta ahogarse.
Los llevaron a un centro de evacuados, en el gimnasio de una escuela con el techo agujereado y sin agua ni comida. Pero ellos al menos estaban juntos, no como otras familias que buscaban a padres o hijos, niños que lloraban solos o ancianos abandonados a su suerte con la mirada ausente.
Una mujer muy muy vieja estaba en un colchón junto a Ercilia. Su rostro parecía milenario, surcado de grietas, y las manos de pergamino. Durante la noche, la escuchó hablar sobre el “Padre del Agua”, el espíritu antiguo que vivía en el río. Las explosiones de sondeo petrolero, el desmonte salvaje de los cerros, la agricultura codiciosa y dañina de la soja lo habían despertado de su sueño ancestral.
Por la mañana, Ercilia no encontró a la anciana a su lado. Preguntó por ella pero nadie supo decirle; nadie la había visto, ni siquiera Agustín.
Con el tiempo, se casaron y fueron a vivir a otra ciudad. Ya nunca volvieron a las orillas del Tartagal; donde antes estuvo su casa, el río se adueñó de lo que siempre había sido suyo.










Nota: Los personajes y la historia son ficticias; pero el marco es real. El 9 de febrero de 2009 el río Tartagal en la Provincia de Salta, República Argentina, desbordó desbarrancando cientos de casas y provocando cinco muertos y 2000 evacuados. Las causas fueron las fuertes lluvias, el desmonte río arriba y la expoliación petrolera sin control.

ENSAYO SOBRE MINERIA: PRIMERA PARTE

La minería ¿actividad económica o violación de la Tierra?

Desde el albor de los hombres como especie en la Tierra, hemos utilizado los minerales en nuestro provecho. Aguzando piedras para convertirlas en puntas de flechas y lanzas, macerando arcillas para pintar nuestros rostros, viviendas o utensilios, forjando en metal la civilización del hierro, el cobre y el bronce…
¿Cuándo la minería comenzó a ser un problema y no sólo una actividad productiva? ¿Porqué para algunos la codicia está por sobre el interés común, y la convierten en una violación salvaje de la Tierra? ¿Cómo mantener el equilibrio ante tanta destrucción, tanta barbarie, sin caer en un ecologismo ingenuo, pero sin dejar de denunciar la agonía de los pueblos indígenas, la desolación de los paisajes, la aniquilación de nuestra fauna y flora nativas, el pillaje de las riquezas ambientales que les arrebatan a nuestros hijos?
En las siguientes páginas intentaré esbozar un panorama de los problemas asociados a la minería desde una perspectiva histórica, económica y ecológica. Aunque, por definición, los hidrocarburos no son estrictamente minerales (Sustancias naturales, homogéneas, de origen inorgánico y de composición química definida), incluiré aquí tanto unos como otros ya que poseen, en su explotación e impactos sobre el medio, consecuencias igualmente nefastas.
No es mi intención “demonizar” todas las prácticas mineras sino advertir sobre los daños en muchos casos irreparables que estamos cometiendo contra el ambiente y de los que en algún momento (más cercano que remoto) deberemos arrepentirnos. Aún hay tiempo, sólo falta la voluntad y la decisión de cambiar de rumbo. Ojalá así sea.





En el territorio de mi país, la República Argentina, no hay inagotables recursos minerales o combustibles. No es un país petrolero como Venezuela o Arabia Saudita, aunque tenga reservas, ni es pródigo en diamantes como Sudáfrica, ni en valiosas esmeraldas como Colombia. Sin embargo, desde que los exploradores españoles entraron a estas tierras, la búsqueda de minerales fue su única ambición. El nombre del país procede justamente de “argentum”, plata, que es lo que esperaban hallar en abundancia. El mismo origen reconoce el nombre del río más conocido, el amplio “Río de la Plata”.
De todas las empresas económicas españolas, la minería de la plata era la principal y más desesperada, habida cuenta de las enormes deudas de la Corona y de la mano de obra gratuita que se empleaba en ella. Desde el descubrimiento en 1545 de las minas de Potosí (actual Bolivia) se generalizó la mita como sistema de trabajo forzado y se comenzó a emplear la amalgama de mercurio para su explotación. En el siglo XVIII el agotamiento de las minas andinas dio paso al auge de la plata mexicana; por último se descubrieron grandiosos yacimientos de oro en la actual región brasileña de Minas Gerais; este metal, en cambio, no abundaba en el imperio español. La explotación de la plata y el oro americanos fueron el puntapié inicial para una historia de sufrimiento humano y ambiental que aún continúa.
A diferencia del oro, la plata no se encuentra en estado puro y debe refinarse. A partir de 1570 se comenzó a colocar mercurio sobre el mineral triturado, ya que por afinidad química se forma una amalgama llamada pella. Luego se aplica calor a la pella hasta volatilizar el mercurio, consiguiendo así la plata pura. Las minas de mercurio, como la de Huancavelica, en Perú, se insertaron en la economía colonial, ocupando el segundo lugar tras las de Potosí. El envenenamiento por mercurio, de terribles consecuencias para los aborígenes, expuestos a las peores condiciones sanitarias imaginables, producía un continuo recambio de los trabajadores. Los ríos comenzaron a contaminarse, y los bosques a talarse para conseguir combustible barato para los hornos.
Con respecto al oro, en la actualidad se siguen usando métodos altamente contaminantes para su obtención. En la ciudad de Esquel, provincia de Chubut (Patagonia Argentina) la población se opuso activamente a la instalación de una mina a cielo abierto cuya explotación sería realizada por la compañía canadiense Meridian Gold, que ya había pagado 270 millones de dólares por el yacimiento. Se llevó a cabo un plebiscito para definir la aceptación de los habitantes de la explotación de un yacimiento de oro y plata a sólo 7 kilómetros de la ciudad y que resultó en un aplastante 80 % de “no a la mina”. ¿El motivo de la oposición popular? Se emplearían seis toneladas de cianuro por día para lograr la lixiviación de mineral. Este proceso consiste en disolver el oro por medio de soluciones de cianuro de potasio, transformándolo en un complejo cianurado, que luego se descompone para recuperar el precioso mineral. A partir de esta masiva movilización de la población se dictó la ley provincial 5.001, donde consta: “Prohíbese la actividad minera metalífera en el ámbito de la Provincia del Chubut, a partir de la sanción de la presente Ley, en la modalidad a cielo abierto, y la utilización del cianuro en los procesos de producción minera”.
Aunque la población de Esquel sabía que de esa manera perdería un potencial ingreso económico y un buen número de puestos de trabajo, valoró más su medio ambiente, su salud y una de sus fuentes de ingresos económicos por turismo: el cercano Parque Nacional Los Alerces, que preserva árboles de más de 3.000 años y 60 metros de altura, a pocos kilómetros de la proyectada mina.
En la provincia de San Juan, se está desarrollando el primer proyecto minero binacional del mundo (Chile y Argentina), una mina de oro, plata y cobre a cielo abierto a más 4.000 metros de altura; de nuevo una empresa canadiense, Barrick Gold, con sede en Toronto, pretende emplear cianuro, un método que no utilizaría en su propio territorio, amenazando las altas fuentes de los ríos de ambos países. El Proyecto Pascua Lama y una nueva polémica para plantearnos hasta qué punto el progreso económico justifica la degradación ambiental de recursos vitales como el agua potable consumida por miles de habitantes. En este caso, por la altura del yacimiento, varios glaciares se hallan amenazados de contaminación y degradación; el gobierno argentino vetó una ley de protección de glaciares (Ley de Glaciares) que había sido aprobada previamente y por unanimidad por el Congreso. Incluso se llamó a esa decisión presidencial "el veto de la Barrick", por favorecer a la empresa extranjera.
Sólo alguien demasiado ingenuo no pensaría que este veto tiene algún interés económico escondido… sino, ¿porqué se pasaría por encima del Congreso Nacional como si no fuera la voz de los representantes del pueblo, para favorecer claramente a una transnacional, cuestionada por sus métodos en todas partes?
¿Cuánto de las ganancias percibidas quedará efectivamente para los pobladores de San Juan en Argentina y Huasco, en Chile? ¿Qué tipo de empleos dará a sus habitantes? Lo habitual es que sean las tareas más riesgosas y peor pagas, aquellas más insalubres, mientras los técnicos mejor pagos son extranjeros… Cuánto más de marginación, de explotación, de fealdad y de saqueo… no tan diferente a lo que sufrieron los mineros coloniales, cuatro siglos atrás.
Estas mismas mega-empresas son las que exprimen y ahogan como los brazos de un pulpo a toda Latinoamérica: sin ir más lejos la misma Barrick Gold está acusada de amenazar de muerte a periodistas que denunciaron la contaminación y la aparición de graves enfermedades en el Callejón de Huaylas, en la región peruana de Ancash, donde la firma regentea la mina Pierina. Allí se encontraron gravísimas patologías ocasionadas por la contaminación de las aguas. En Atupa, poblado cercano a la mina, se derrumbaron más de cien casas después de que las explosiones mineras activaran una antigua falla geológica. Todo vale, todo es lícito para eliminar la oposición: sobornar, calumniar, incluso asesinar. Periodistas y políticos, que no pueden ser comprados, son eliminados o silenciados. Miles de personas, en especial campesinos pobres y aborígenes, son movilizados cada año de sus tierras que serán destruídas en explotaciones mineras sin control.
La empresa Barrick Gold admite en su Estudio de Impacto Ambiental para Pascua Lama que la operación de voladura incluirá “la perforación de pozos mediante explosivos y la utilización de nitrato de amonio y fuel oil (…) Habrá modificaciones paisajísticas en las áreas del valle del río Potrerillos y arroyo Canito Sur, como consecuencia de la instalación de obras de gran tamaño, y se eliminarán elementos particulares del área, como las Vegas, y se intervendrán los cursos de los ríos Potrerillos y el arroyo Canito Sur. (…) Se construirán lagunas artificiales y que para ello desviará las aguas al interior de las cuencas". Sólo para la mina Veladero se prevé utilizar casi 4000 toneladas anuales de cianuro. Se molerá roca a un ritmo diario de 190.000 toneladas que permitirán extraer doce millones de toneladas anuales de mineral que será triturado y cinco millones de toneladas de mineral no triturado. Entre los desechos químicos se contarán miles de toneladas de plomo, cromo, cadmio, cobre, uranio, arsénico y otros, tan letales como el propio cianuro. Entre setecientos y mil millones de toneladas de material estéril se acumularán en escombreras que abarcarán casi mil hectáreas, además de las montañas que desaparecerán y la apertura de caminos de 35 metros de ancho para que transiten los camiones de gran porte. Los ríos y arroyos comunicarán la peste minera a través de su curso, destruyendo fauna y flora y exterminando aves acuáticas y peces. La cercana Reserva de Biosfera de San Guillermo no cumplirá la función que previó la UNESCO; también se reducirá la napa freática, y el viento sembrará metales pesados liberados a pura dinamita; la contaminación del aire por el polvo de las explosiones "constituye una causa grave de enfermedad, generalmente de trastornos respiratorios y asfixia de especies vegetales. Por otro lado suele haber emanaciones de gases y vapores tóxicos, producción de dióxido de azufre -responsable de la lluvia ácida- por el tratamiento de los metales, y de dióxido de carbono y metano- dos de los principales gases de efecto invernadero constantes del cambio climático- por la quema de combustibles fósiles, imprescindible para proporcionarle abundante energía a las plantas de extracción, fundición y refinería" ("Minería"-Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, marzo 2004, página 23, tomado de Javier Rodríguez Pardo para ecoportal.net)
Hoy una misma conciencia ecológica une a los habitantes de Chile y Argentina: la clara oposición a la destrucción de sus geografías; a continuación el texto del Consejo de Defensa del Valle del Huayco, llamando a la población a manifestarse contra la mina:
“Convocamos a la nueva Marcha por la Vida y el Agua, contra Pascua Lama, el Saqueo y la Contaminación.
El sábado 13 de Junio a las 10:00 desde el puente Talca, convocamos a una gran marcha por la defensa y la vida de nuestro Valle del Huasco.
Invitamos a todas las organizaciones sociales, culturales y ecológicas de cada comuna de la provincia, la región de Atacama y de todo el país a participar con sus propias reinvicaciones socio-ambientales.
CONTRA EL SAQUEO Y LA DESTRUCCION DE NUESTRO VALLE DEL HUASCO
CONTRA LA COMPLICIDAD DE LAS AUTORIDADES Y LAS MINERAS
CONTRA LA INDIFERENCIA.
NOSOTROS MARCHAMOS, CANTAMOS Y GRITAMOS QUE NUESTRO VALLE NO SE RINDE, MIERDA!!!!!
AUN TENEMOS AGUA, CIUDADANOS!!!!!!”

Y el mismo llamamiento popular en la Argentina:
“LOS GLACIARES NO SE TOCAN - FUERA LA BARRICK Y SUS SOCIOS LOCALES
Viernes 12 de junio 15.30 hs - Anexo del Congreso de la Nación.
En el marco de las acciones acordadas en el encuentro UAC (unión de Asambleas ciudadanas) de San Juan, a realizarse en Chile y Argentina. Por la defensa de nuestro ecosistema andino, por nuestros glaciares y en repudio de la aprobación de Pascua Lama, Conciencia Solidaria ONG Interprovincial se suma a las medidas nacionales del 12 de junio en Buenos Aires.

EN DEFENSA DE LA VIDA Y NUESTROS BIENES COMUNES
BASTA A LA MAFIA DEL SAQUEO, LA CONTAMINACIÓN Y LA DEPREDACIÓN EN AMÉRICA LATINA
FUERA LA BARRICK Y SUS SOCIOS LOCALES”

¿Porqué se insiste en métodos de explotación comprobadamente nefastos para la Naturaleza? Los pueblos se oponen, las comunidades originarias denuncian el saqueo y la vulneración de sus derechos, técnicos y especialistas alertan sobre las gravísimas consecuencias de la minería irracional y a escala sobrehumana… no es este el reclamo de un par de ecologistas trasnochados o alarmistas profesionales, ni siquiera de opositores al progreso económico. Nadie pretende que la población se transporte en carreta o se ilumine con velas como en la época colonial… entre estos dos extremos DEBE HABER un justo medio que nos permita conservar y aún mejorar nuestra calidad de vida sin destruir nuestro planeta en el intento.

ENSAYO SOBRE MINERIA: SEGUNDA PARTE

El impacto ambiental de las actividades mineras:

Según los Trabajos Técnicos del Departamento de Medio Ambiente del Banco Mundial, las tareas del sector minero “se relacionan con la extracción, transporte y procesamiento de minerales y materiales de construcción. Estas actividades incluyen: operaciones en la superficie y subterráneas, para la producción de minerales metálicos, no metálicos e industriales, materiales de construcción y fertilizantes; extracción in situ de los minerales fundibles o solubles (notablemente, azufre y más recientemente, cobre), dragado y extracción hidráulica, junto a los ríos y aguas costaneras, lixiviación de las pilas de desechos en las minas (principalmente oro y cobre). Para transportar los materiales dentro del área de la mina y a la planta de procesamiento, se requieren flotas de equipos de extracción y transporte (camiones, cuchillas, palas, dragas, ruedas de cangilones y rapadoras), bandas, poliductos o rieles. Las instalaciones de procesamiento en el sitio incluyen las plantas de preparación y lavado de carbón y materiales de construcción, plantas de preparación, concentradores, lixiviación en el sitio de la mina y, dependiendo de los aspectos económicos, fundiciones y refinerías en o fuera del sitio. Una operación grande de extracción y/o fabricación es un complejo industrial importante, con miles de trabajadores; requiere infraestructura de servicios públicos, un campo de aviación, carreteras, un ferrocarril, un puerto (si es pertinente), y todas las instalaciones comunitarias correspondientes”
Evidentemente, operaciones de gran envergadura como las llevadas a cabo por empresas transnacionales, en contraste con los “pirquineros” (como se llama en la Argentina a los mineros artesanales) producen un inevitable impacto ambiental.
La minería a gran escala es responsable de la movilización de miles de personas de sus tierras de origen, causa sufrimiento y enfermedades a trabajadores y envenena a los habitantes de las zonas cercanas, afea el paisaje, degrada del agua, el aire y el suelo, es origen de violencia social, económica y política, incluso ocasiona guerras y matanzas.
El uso excesivo (abuso) de recursos agotables por parte de una minoría de países, condena a los demás al saqueo de sus recursos naturales y la explotación de su gente. Autos más grandes y lujosos, que consumen más combustible, envases que se compran y descartan automáticamente, joyas que halagan la vanidad de las mujeres ricas del primer mundo, se plantan sobre los hombros descarnados de los trabajadores mineros, campesinos, y sin tierra de América, Africa y Asia.
Sean los diamantes y el oro en Sudáfrica, el cobre en Chile o los rubíes y zafiros en Tailandia, el sometimiento y el maltrato han sido y son la moneda más corriente. Aún es costumbre la semidesnudez de los trabajadores en Africa y Asia, como forma de evitar el robo de las gemas, un hábito humillante que parece salido de algún relato medieval y no del siglo XXI.
Hay pocos paisajes tan horrendos como las minas a cielo abierto. Estas enormes terrazas socavadas artificialmente, a veces a costa de voltear montañas enteras, donde las máquinas aplastan, trituran, maceran y escupen minerales y desechos químicos, acumulan toneladas de escombrales inútiles, cambian el curso de los ríos, aceleran la desertificación y la erosión de las zonas deforestadas. Miles de hectáreas de bosques (con su flora y fauna asociada) se ven amenazadas en América Latina por la prospección minera. Los pueblos que viven de los bosques y las selvas, pierden sus recursos y sus hábitos ancestrales, se suman como obreros al proyecto destructor a cambio de miserables retribuciones. La aculturación, la entrada de enfermedades y vicios (como el alcoholismo), la prostitución infantil, son algunos males asociados a la minería en las regiones interiores de nuestro continente.
Procesos habituales, como la lixiviación, ocasionan un doble daño al ambiente: no sólo utilizan químicos altamente contaminantes como ácido sulfúrico en el caso del cobre, o cianuro y sodio en el caso del oro, sino que además su uso moviliza metales pesados como el cadmio que permanecen durante largo tiempo activos dañando las aguas superficiales y subterráneas y envenenando el suelo.
¿Adónde van a parar finalmente estos minerales, con tanto esfuerzo y sufrimiento conseguidos? Según un informe del Forest Peoples Programme, son los países ricos los que “utilizan más de dos tercios de la producción anual de los nueve minerales más importantes. Los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, con el 15 por ciento de la población mundial, en conjunto consumen la mayoría de los metales producidos cada año: aproximadamente 61% de todo el aluminio, 60% del plomo, 59% del cobre y 49% del acero. En un cálculo per capita, los distintos niveles de consumo son especialmente marcados: el estadounidense promedio utiliza 22 kilogramos de aluminio al año, el ciudadano promedio de la India usa 2 kilogramos y el africano promedio apenas 0,7 kilogramos. Sin embargo, las comunidades locales y los pueblos tribales de los países ricos en recursos son los más afectados por los efectos perjudiciales ambientales, culturales, sociales y de salud de las actividades de exploración y explotación minera”
Doce de los veinticinco estados más dependientes de minerales del mundo (la mayoría de ellos concentrados en el África subsahariana) fueron clasificados por el Banco Mundial como "países pobres altamente endeudados", la categoría de países más complicados a nivel económico.
Según un informe de las Naciones Unidas “cuanto mayor sea la dependencia de la exportación de minerales de los países del Sur, su estándar de vida será probablemente peor. Niveles más altos de dependencia de los minerales se correlacionan estrechamente con mayores niveles de pobreza y tasas de desnutrición y mortalidad infantil. También se asocian con desigualdad de ingresos, bajos niveles de gasto en atención de salud, bajas tasas de inscripción en escuelas primarias y secundarias, y bajas tasas de alfabetización de adultos, así como una mayor vulnerabilidad a las crisis económicas. Estudios académicos recientes revelan que los niveles de vida generales en los países dependientes de minerales tienden a sufrir tasas inusualmente altas de corrupción, gobiernos autoritarios, ineficacia gubernamental, gastos militares y guerras civiles.”
También la concentración empresarial es la norma en esta actividad: aunque hay muchas pequeñas empresas de gran diversidad de orígenes nacionales, las más grandes proceden invariablemente de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Entre ellas se incluyen Rio Tinto, Barrick Gold Corporation, Freeport MacMoran, BHP-Billiton, Newmont y Placer Dome.
Con respecto a las minas a cielo abierto, recientemente un movimiento ecologista surgido en Francia lanzó un petitorio con búsqueda de firmas para frenar la actividad minera sin control en la Provincia de Jujuy (Noroeste Argentino) La gran claridad de conceptos de la carta dirigida a la Presidenta de la Nación Argentina, Cristina Fernández de Kirchner y su Gabinete, justifica que la extracte aquí: “Con nuestro mayor respeto, nos permitimos dirigirnos a Ustedes, para comunicarles nuestra gran preocupación por el recrudecimiento en Argentina, de proyectos mineros a cielo abierto en la región andina, especialmente, en la Provincia de Jujuy, con la reactivación de Mina Pirquita y numerosos pedidos de cateo y exploración en diferentes departamentos de la Puna. La misma prestigiosa Quebrada de Humahuaca, inscripta desde el año 2002 en el Patrimonio Natural y Cultural de la UNESCO, se encuentra amenazada por seis pedidos recientes de cateo por la Empresa Uranio del Sur S.A en el departamento de Tilcara, autorizados y luego suspendidos provisoriamente ante la oposición local.
El carácter irremediablemente destructor de la tecnología de explotación a cielo abierto que recurre a grandes cantidades de Energía, Agua, y productos altamente tóxicos, se encuentra abundantemente documentado en cuanto al medio ambiente, al entorno social y cultural, a la salud, a la permanencia y a la vida misma de las poblaciones locales. Existen en las propias Fiscalías Federales, numerosas denuncias penales de contaminación de empresas mineras actuales y muchas otras que han sido abandonadas hace más de 20 años, sin haberse realizado ningún tipo de remediación de pasivos ambientales de dichas minas. Esto hace que las mismas sigan actualmente contaminando ríos y perjudicando a la población. Los casos de las localidades de Abra Pampa y Pan de Azúcar han sido abundantemente documentados. De igual manera, es notorio el carácter espoliador de este tipo de extracción implementado por empresas extranjeras beneficiando de escandalosas exenciones fiscales y de privilegios energéticos y de uso de las reservas hídricas.
¿Qué será de la Quebrada de Humahuaca con una o varias minas de uranio?¿Qué será de sus campesinos indígenas, de sus cultivos regados con agua altamente contaminada, con una atmósfera inevitablemente impregnada de elementos radiactivos llevados a centenares de kilómetros, de su “Patrimonio Natural y Cultural”, de su auge turístico promovido durante años por los últimos gobiernos provinciales? ¿Qué será de la Puna Jujeña y de sus 50 000 habitantes, y más allá, cuando se acentúe todavía más el envenenamiento y el descenso de su napa freática, cuando se vuelva imposible la actividad agropecuaria tradicional?
¿Para qué lucharon los grandes próceres argentinos tan recordados en toda la tradición patriótica, si los argentinos del siglo XXI abren su puerta a un neo-colonialismo peor aún que la colonia de la cual fueron liberados? ¿De qué independencia económica, energética, cultural podemos hablar cuando empresas extranjeras se llevan todo, dejando detrás de ellos migajas, desastres ambientales y sociales irreparables, y las reservas minerales e hídricas saqueadas? Qué humillación para la Argentina, las limosnas de las empresas mineras a hospitales, escuelas y universidades para hacer olvidar sus privilegios exorbitantes otorgados durante el fatídico decenio de los noventa, y plasmados en una indignante ley de presupuesto de minería todavía sorprendentemente inmodificada.
Nos atrevemos a solicitarles que exijan un particular respeto de la Ley General de Medio Ambiente Número 25 675 y del Convenio Número 169 de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) relativo a las Comunidades Aborígenes. Deseo que el Poder Judicial promueva la sanción rigurosa de los delitos ambientales y que el Poder Legislativo abra la Ley a los nuevos paradigmas tecnológicos y éticos.
Por favor, que el maravilloso País de la Argentina no transforme sus paisajes en desiertos, que no destruya su invalorable patrimonio natural y su valiosa diversidad cultural, que no aumente las poblaciones marginales de sus suburbios con sus campesinos y aborígenes forzados al exilio durante y después de las actividades mineras!
Finalmente, quisiéramos expresar nuestra indignación y nuestra incomprensión ante el veto a la ley 26.418 de Protección de los glaciares y del ambiente periglaciar. Nos indignan también las modificaciones llevadas a la ley que podrán debilitarla y hasta vaciarla de su contenido, a causa de las ambigüedades introducidas. Es indudable que los cambios integrados al artículo 6, al permitir la implantación de infraestructuras declaradas de “interés público”, juegan con la ambigüedad de términos que pueden interpretarse de distintas formas. Por ejemplo, la extracción minera ya se ha calificado como una actividad de interés público en el artículo 13 del Código de mina.
Frente a proyectos mineros que conllevan importantes consecuencias medioambientales, en particular el de Pascua Lama situado entre Argentina y Chile, creemos que esta ley debe contar con una defensa firme para evitar catástrofes irreversibles. En estos tiempos de calentamiento global y de deshielo acelerado de los glaciares de Argentina y otros lugares, cuando el agua genera considerables tensiones y puede llevar a conflictos geopolíticos, es nuestro deber adoptar un comportamiento responsable respecto a esos campos de hielo. La desaparición de los glaciares y el debilitamiento de la reflexión de los rayos solares que proporcionan, aceleran el calentamiento global. La permanencia de los glaciares atañe a todos. Por consiguiente, les pedimos a Ustedes hacer todo lo que se encuentre en su poder para protegerlos.” (Fuente: /www.noalamina.org/)
Resulta extrañamente perturbador que las voces que más alto suenan para defender nuestros recursos, vengan de Francia y no de Latinoamérica. Pienso que quizás no “conviene” a los gobiernos enseñar, informar o consultar sobre la explotación minera en nuestros países…
En marzo de 2009 el gobierno de la provincia de Neuquén (Patagonia Argentin) otorgó permiso de exploración a una empresa minera de accionistas chinos y californianos en el territorio de los indígenas Mapuche. La futura mina de cobre se ubicaría en pleno territorio de la comunidad Mellao Morales. En el año 2007 la Corporación Minera de Neuquén, una sociedad del estado provincial, hizo un contrato de exploración con opción a compra por parte de la empresa Emprendimientos Mineros S.A, de capitales chinos. Los orientales compraron los derechos en abril de 2007 y a partir de allí comenzaron a proyectar su mina de cobre. Ni el gobierno ni la empresa consultaron a los pobladores y productores de la zona, que además se ven amenazados por otras nueve minas en la comarca.
Lo único que supo la población de Loncopué es que el mineral a explorar y explotar será el cobre. También saben que el método de extracción será el que ya han hecho tristemente célebre en Argentina las empresas mineras Barrick Gold (Veladero, San Juan) y Xstrata (La Alumbrera, Catamarca): volado de montañas con dinamita y lixiviación de roca con ácido sulfúrico. Se dinamitarán diariamente 28 mil toneladas del cerro Tres Puntas. Las voladuras generan levantamiento de polvo contaminante en la atmósfera, algo que afecta la salud de los habitantes, de los animales y de los vegetales de vastas zonas dependiendo del viento. Este tipo de minería utiliza camiones de gran altura y tamaño, que destruyen los caminos y contribuyen a esparcir el polvo que permanecía oculto en las montañas. El ácido sulfúrico con el que se rocía la roca se filtra tanto en las capas de agua superficiales como en las subterráneas. Además, como Emprendimientos Mineros S.A. estima que no puede adquirir suficiente ácido sulfúrico en Neuquén, establecerá una planta en el territorio de la Comunidad Mapuche Mellao Morales. Las nubes tóxicas que generan estas plantas precipitan como lluvia ácida y no sólo pueden afectar la zona, sino que, si se tienen en cuenta las características de la Patagonia estas nubes pueden llegar a recorrer hasta mil kilómetros, según afirman los vecinos de la asamblea de Campana Mahuida.
Además, la empresa evalúa producir electricidad mediante un generador diesel, o sea mediante la constante quema de combustible fósil. A todo esto se suma el más grave de los puntos: el agua necesaria para rociar las pilas de roca triturada. Una de las fuentes de agua en esta zona es el Río Agrio, que también será el lugar donde se volcará parte de los residuos. Toda la cuenca se verá afectada porque el Agrio es uno de los afluentes del Río Neuquén, que llevará a la capital de la provincia el ácido sulfúrico y el gasoil que derramen en él.
Según Cristian Hendrickse, que participa en la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Campana Mahuida y colabora como asesor legal, “Este proyecto no ha sido consultado con nadie, ni siquiera con la Comunidad Mapuche Mellao Morales, que es la que vive sobre el territorio donde están los minerales que se quieren llevar. La actitud del gobierno ha sido la de ignorar a la Comunidad Mapuche, desconocerla. Con los únicos que hablan es con los empresarios mineros. Esto es un flagrante incumplimiento del Convenio 169 de la OIT (que establece los derechos de los pueblos originarios) y que en Argentina tiene rango constitucional, por lo tanto está por encima del Código de Minería”
Respecto al impacto económico, indicó: “Las mineras prometen fuentes de trabajo, puestos de empleo en lugares donde hay necesidades. Pero en realidad son puestos de trabajo que requieren otro tipo de capacitación a la que tiene la gente de acá. La gente local tiene experiencia en el trabajo agrícola y ganadero, no en el trabajo minero. Entonces van a traer gente de otros lugares, ellos mismos lo han dicho. Y la consecuencia será la pérdida de puestos de trabajo en lo relacionado a la economía regional, el turismo y la agricultura orgánica principalmente. También se generará un aumento en el costo de vida porque va a haber un movimiento de dinero de una clase gerencial, sobre todo en lo relacionado a la vivienda, ya que éste es un lugar donde hay un déficit de viviendas muy importante”
¿Cuál es la respuesta de la población ante la posibilidad de que se instale la minera? “- Nos hemos autoconvocado como vecinos resistiendo a este proyecto. Se ha hecho un plebiscito en la comunidad mapuche Mellao Morales y el 99% votó por el NO al emprendimiento minero. Entonces aquí estamos en una pulseada, si el gobierno va a poner el oído en lo que quiere la gente o si va a poner el oído en la billetera de las grandes compañías.
¿Cómo se manejará la minera respecto a las regalías? “Según informaron van a generar 30 toneladas de cátodos de cobre al día y piensan explotar la mina hasta el año 2030. Un cálculo aproximado hasta esa fecha arroja una facturación arriba de los 1700 millones de dólares. Hay que tener en cuenta que han comprado los derechos por tan sólo un millón. Las leyes sobre Minería, reformadas en la década del '90, le ponen un techo bien bajo a las regalías. Entre lo que le corresponde a la nación y a la provincia llegan a pagar el 5% del “valor boca mina”, que es mucho menor al del mineral procesado, y para colmo hay que tener en cuenta que antes han podido descontar variados costos. Les queda como el 95% de las utilidades, o sea que es una entrega, un saqueo declarado.
¿Y las consecuencias para la población? “El uso y la producción de ácido sulfúrico en la zona será mortal, porque es un ecosistema muy precario el de la zona de Loncopué. Hay especies en riesgo de extinción. Incluso el Río Agrio es un cauce muy ácido de por sí, naturalmente, porque nace del volcán Copahue. Un poco más de acidez que se le agregue a ese río y se va a extinguir toda la vida acuática. Vamos a perder la pesca, vamos a perder la posibilidad de alimentarnos y la posibilidad de que los animales crezcan. La gente vive de los animales y de la agricultura. La mayoría de la gente son crianceros, hay muy pocos estancieros. La mayor parte de la zona es bastante árida y el animal que se adapta es la chiva. Y este animal también va a estar en riesgo, como toda forma de vida… la agricultura y la ganadería constituyen un modelo cultural totalmente opuesto al de la minería”
¿Cómo será el impacto en el turismo? “Evidentemente la respuesta será de plazas vacías. El turismo acá viene buscando los baños termales y un lugar limpio. También hay unos circuitos turísticos que van por los cerros y que se van a perder, porque directamente ya no estarán los cerros”
(Fuente: Marcelo Maggio y Nicolás Gildenegers, tomado de Argenpres_info)

No mejores que las minas a cielo abierto resultan las minas en galería, excavadas en el seno mismo de la Tierra, si bien el impacto visual y sobre la superficie es menor, la posibilidad de contaminar las aguas es altísimo. Hasta 1940, este fue el método más común de extraer minerales; después de la Segunda Guerra Mundial los avances en explosivos, maquinarias y transportes hicieron más rentable el movimiento masivo de minerales a cielo abierto. Sin embargo, existen numerosos lugares donde por el tipo de yacimiento o de mineral explotado, la galería sigue siendo la opción más rentable. La perforación subterránea y las conexiones de los pozos entre sí, convierten a estas minas en pelígrosísimas trampas de gases y explosivos, los trabajadores se exponen a derrumbes y enfermedades pulmonares, una vez abandonadas suelen llenarse de agua y volcar hacia las napas y cursos superficiales enorme cantidad de sustancias tóxicas.




Cuatro etapas, innumerables impactos:

Como he mencionado en el apartado anterior, la minería puede dividirse en cuatro etapas: la prospección y exploración en búsqueda de los yacimientos, preparación del terreno (“construcción” de las minas), explotación de los minerales y tratamiento de los minerales para obtener productos y derivados. En el medio entre una fase y la siguiente, el trasporte de enormes maquinarias, sustancias y productos agrega complejidad al tema de los impactos medioambientales.
PRIMERA ETAPA: Prospección y exploración: Incluye apertura de caminos y zanjas, pozos de exploración, explosiones, desmonte de vegetación, instalación de campamentos en lugares naturales no preparados (acumulación de desechos, interferencia con animales, ruidos molestos)
SEGUNDA ETAPA: Preparación del terreno: Explosiones, movimiento de suelos, entrada masiva de vehículos y máquinas, evacuación de la población, deforestación, contaminación de agua, suelo y aire, migración o eliminación de los animales, introducción de flora y fauna exóticas (perros, gatos, ratas) en lugares naturales.
TERCERA ETAPA: Explotación de los minerales: Erosión, derrumbes, aludes, pérdida de la capacidad de retener agua del suelo, ruidos, olores y fealdad visual, daño a los acuíferos, cambio del paisaje, acumulación de escombrales, desviación de cursos de agua necesarios para diferentes procesos, contaminación por sustancias químicas usadas por la mina y por la aparición de minerales indeseados junto a los buscados. Pérdida de biodiversidad. Lluvia ácida, aumento de la temperatura, smog. Activación de fallas geológicas debido a las voladuras. Polvo en la atmósfera, humos negros, condiciones laborales insalubres, enfermedades “del minero” (entre otras: problemas respiratorios y reproductivos, silicosis, tuberculosis, leucemia y artritis). Aparición de pueblos precarios, prostitución, alcoholismo, violencia, stress. Desequilibrios en la población por género. Movilización de los pueblos originarios, pérdida de tierras ancestrales, aculturación, pérdida de valores y costumbres, dominación cultural. Presencia de personal armado y mercenarios (en especial en minas de piedras preciosas). Violación de los derechos humanos. Protestas, manifestaciones, matanzas, represión, guerras.
CUARTA ETAPA: Tratamiento de los minerales para obtener productos y derivados: Más contaminación de agua, aire y suelo. Rotura de oleoductos y diques de estanques de residuos. Desechos de altísima peligrosidad, vertidos a ríos, daños económicos y sanitarios a poblaciones. Mala utilización de los productos obtenidos (consumismo). Poca incidencia de la reutilización y reciclaje. Consumos enormes de agua en todos los procesos, con devolución al medio con cambios químicos o físicos (ejemplo: mayor temperatura)

¿Qué cambios visibles y perdurables producen estos impactos al paisaje? En Bolivia, el cerro Rico quedó perforado y agujereado como un colador por la expoliación salvaje de los españoles. En Montana, Estados Unidos, la montaña Spirit Mountain desapareció y con ella lo que fuera sitio sagrado de las tribus para instalar una mina de oro a cielo abierto. Se calcula que la contaminación por ácido durará 1.000 años.
En la localidad de Ingeniero Jacobacci, provincia de Chubut, Argentina, la Mina Cerro Castillo-La Angela, explotada por capitales nacionales e ingleses, cerró en 1992 dejando contaminación, pérdida de acuíferos y cientos de desocupados. La extracción de plomo, zinc y oro se realizaba por una técnica mixta a cielo abierto y por galerías; se utilizaban mercurio y cianuro que luego de su uso se volcaban a una laguna. El personal trabajaba sin las menores condiciones de seguridad; muchos contrajeron enfermedades “de minero”, inevitables en las minas de carbón de la Inglaterra Industrial, pero prevenibles con algunas precauciones en la actualidad. Un ex empleado contó a un medio local: “Donde estaba la mina no queda nada. Los campos ya no sirven para el pastoreo y los arroyos se secaron. Nosotros sabíamos ir a pescar a esos arroyos. Íbamos con la familia. Eran nuestras diversiones, jugar al fútbol y pescar. Pero ya los peces se fueron." (Entrevista de www.ecoportal.net)
El 12 de Mayo de 2009 se produjo en Perú un episodio que sería un anticipo del desastre por ocurrir un mes después: una manifestación de aborígenes awajún y wampis, que protestaban por la derogación de la Ley Forestal y de Fauna fueron reprimidos por la policía, causando tres heridos graves y otros siete detenidos. Los uniformados dispararon gases lacrimógenos y armas de fuego; un hombre recibió un disparo en el abdomen y otros dos sufrieron problemas respiratorios.
El 5 de junio, en los peores disturbios registrados en años en la Amazonía peruana, al menos 34 personas, nueve de ellas policías, murieron y más de 100 resultaron heridas cuando agentes desalojaron por la fuerza a indígenas que bloqueaban una carretera de la región en protesta por nueve decretos vinculados al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
Ante la represión y muerte de los primeros nativos, el pueblo se rebeló contra la policía y las autoridades de las localidades de Bagua Grande y Bagua Chica, en el Departamento de Amazonas, destruyendo y saqueando todo a su paso. Por otra parte, se dijo que a los aborígenes fallecidos, los “colocaban en bolsas negras y arrojaban desde un helicóptero al río”.
La organización aborigen Ecuarunari, la más importante de Ecuador, denunció una grave represión contra comunidades en la Amazonia de Perú e hizo un llamamiento a la comunidad internacional. Ecuarunari, en un comunicado, acusó al presidente Alan García, de una "cobarde agresión" contra los indígenas de la Amazonía peruana, que desde el pasado 9 de abril reclamaban la derogación de una decena de decretos legislativos que desconocen la titularidad y la ancestralidad de los pueblos indígenas sobre la tierra que ocupan.
Los intereses empresariales de las multinacionales de capital francés, estadounidense, chino, canadiense y español, (como la petrolera francesa Perenco y la española REPSOL, entre otras) se interesan hace tiempo en la explotación de los recursos de la Amazonia y zona Alto Andina, ricas en petróleo, gas natural y minerales. Los aborígenes que se oponen a la expropiación y evacuación de sus tierras estaban bloqueando una carretera cuando fueron atacados por helicópteros que dispararon bombas lacrimógenas. Cuando trataron de escapar de los gases, la policía empezó a disparar con armas de fuego.
Un día antes el presidente Alan García había autorizado el uso de fuerza en contra de aquellas personas, en vez de buscar una solución pacífica consultando a las comunidades cuyos sus territorios son afectados
La avidez por implementar a rajatabla el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos ha producido la invasión de empresas privadas en territorios indígenas ignorando la propiedad comunal, y violando los artículos 6 y 7 de la actual Constitución peruana. El 72% de su territorio amazónico ha sido concesionado a distintas empresas mineras. Según un informe elaborado por el Ministerio de Salud en el 2006, el 98% de los menores pertenecientes a las más de 50 comunidades originarias de la zona, sobrepasan los límites de cadmio en sangre.
El convenio 169 de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) obliga el gobierno peruano a consultar los pueblos indígenas sobre la explotación de los recursos naturales en sus territorios. El gobierno peruano ratificó el Convenio 169 en 1994.
Alan García acusó a los indígenas de “terroristas”; Alberto Pizango, líder de AIDESEP de los pueblos indígenas de la Amazonia, dijo: “Nosotros no estamos en contra de desarrollo, pero queremos desarrollo desde nuestra visión”. Quizás ya sea hora de empezar a escuchar la voz de la razón.